Expresión de Juventud

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En una de mis actividades profesionales como comunicador organizacional, al servicio de mi país.

Saturday, August 23, 2014

Una semblanza a Quiñones

 Por: César I. Falla Figueroa (*)


Hace 25 años, promedio, estuve casi de escenificar en el recordado y querido Teatro “Dos de mayo”, lo que significó la caída de Don José Abelardo Quiñones Gonzáles. Mi madre estaba muy contenta y yo muy entusiasmado por participar y exponer un hecho que a mí me parecía histórico y que no cabe duda había marcado mi época primaria, pero una repentina enfermedad que nos suele dar en la infancia, me impidió estar presente, en este importante concurso.

Su nacimiento, se da en el muy querido distrito de Pimentel, un 22 de abril de 1914, del signo aries (como el suscrito), perteneciente a una familia de un status económico importante. Sus primeros años se da en el puerto de Pimentel en su pequeña casa, en las  zonas antiquísimas de la calle Real y más adelante en la Calle San José con Portal Orrego, domicilios ubicados en Chiclayo.

Su primera experiencia, algo cercana, con la aviación fue en la primaria en el glorioso Colegio Nacional “San José”. Quiñones tuvo la suerte de tener como director del plantel a Karl Weiss y fue este personaje de la educación quien impulsó la actividad del vuelo en planeador, actividad que fue del deleite del joven pimenteleño junto a la de otros compañeros, teniendo como referentes a prohombres de nuestra  aviación civil, como Jorge Chávez y Juan Bielovucic.

A pesar de la oposición de sus padres, Quiñones decidió abrazar la carrera militar, en la primera mitad de la década del ’30; iniciando su carrera en la Escuela de Aviación “Jorge Chavez”, integrando la promoción “Comandante CAP José Lucas Raguz Verán”. Quiñones brilló por su destreza en las diferentes técnicas del pilotaje. En este pasaje inicial de su vida, la historia nos cuenta que un día en la Escuela de Aviación, uno de sus profesores expresaba de la necesidad de que la Fuerza Aérea del Perú, no contaba con un héroe y como un presagio, el oficial porteño se levantó de su asiento y de manera contundente y con voz altiva, dijo “Presente”, y nadie advertía, por aquella época, que estaban al frente de una de las máximas figuras de la peruanidad.

En 1939, se recibió como alférez, como primero en su promoción en la especialidad de piloto de caza, recibiendo el “Ala de Oro” de la Fuerza Aérea. Es en ese contexto que se da la exhibición aérea del vuelo invertido a, más o menos, un metro del suelo, suscitando el asombro de los presentes y dando muestras Quiñones de su gran pasión e intensidad por su profesión. Ya como oficial, se le responsabilizó el Escuadrón Nº 4 de Ancón. Con el pasar de los meses se le trasladó a la base de las Palmas y luego al 21 Escuadrón de Caza del Primer Grupo Aéreo, en la ciudad de Chiclayo. También integró la cuadragésima primera Escuadrilla de aviones North American NA – 50, así como la primera Escuadrilla de Alta Acrobacia. Cabe mencionar que al crearse la unidad de paracaidistas y luego de realizar intensos entrenamientos, emprendió saltos desde los cielos de nuestra ciudad de la amistad, resaltando su vocación aventurera y de asumir los desafíos que se den en el camino.

A inicios de 1941, al comenzar la guerra con el ahora hermano país del Ecuador, el teniente Quiñones, nuestro joven  oficial fue destacado al teatro de operaciones, formando parte de la XXI Escuadrón de Caza del Agrupamiento Aéreo del Norte. La división nacional, con el apoyo de la FAP, vencieron a las tropas del territorio vecino, en el espacio de la frontera de Zarumilla , quedando dos puntos clave que destruir, los de Rancho Chico y Quebrada Seca, zonas en las que habían reunido la mayoría de su artillería.

La, la 41ª Escuadrilla que formaba parte del XXI Escuadrón de Caza y que integraba Quiñones, marchó a Tumbes, junto al teniente comandante CAP Antonio Alberti y el teniente CAP Fernando Paraud y el alférez CAP Manuel Rivera, a bordo de sus aviones de caza North American NA-50. Luego de partir, en un tiempo cortísimo ya habían dado en el blanco e iniciaron el bombardeo del puesto de Quebrada Seco. Cuando Quiñones realizó el segundo descenso para lanzar sus bombas, fue alcanzado por el fuego antiaéreo rival. En lugar de optar por saltar el avión y hacer uso de su paracaídas, la máxima figura del heroísmo lambayecano, decidió enfrentar de forma directa a los ecuatorianos, estrellándose y partiendo de este mundo, al instante de producido el hecho, logrando su propósito, con su muerte, de destruir las baterías. Nuestro inolvidable capitán, con esta acción reflejó una muestra de valentía, abnegación y sacrificio por sus colores.   

En un acto, que podemos calificar de dignidad continental, el 19 de octubre del ´41(a tres meses de su partida), el Coronel del Ejército de Ecuador, Octavio Ochoa, entregó a nombre de las Fuerzas Armadas Ecuatorianas, los restos mortales del excelso lambayecano, manifestando su admiración, dándole el lugar que corresponde, como figura cumbre de nuestro pueblo. Es preciso mencionar que Quiñones fue ascendido a Capitán de la FAP, por muerte en acción de armas y declarado Héroe Nacional, por legislación Nº 16126 del 10 de mayo de 1966. Asimismo se dispuso que el día 23 de julio de cada año, aniversario de su inmolación, sea declarado Día de la Aviación Militar del Perú

Hoy, después de haberse, cumplido una centuria de su nacimiento y de que el Congreso, haya aprobado el 15 de abril del año en curso, denominar a nuestro espacio aéreo el nombre de “Cielo de Quiñones”. Considero compartirles este aporte que trata de exponer su maravillosa gesta y que espero haya servido para que podamos conocer, un poco más de la trascendencia de lo que fue el paso por esta vida de un titán de la aviación nacional como lo fue el héroe Quiñones, orgullo lambayecano y ejemplo de amor por su patria, para las presentes y próximas generaciones.

*Licenciado en Ciencias de la Comunicación

 www.cesarfalla.com

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