Expresión de Juventud

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En una de mis actividades profesionales como comunicador organizacional, al servicio de mi país.

Saturday, August 23, 2014

El Legado de Mandela

                                                               Por: César I. Falla Figueroa*


Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles. Así reza la frase célebre del genial Bertolt Brecht que calza perfectamente con el personaje que hoy nos convoca; Nelson Mandela. “Madiba”, como se le conoció, dado a su título honorífico otorgado por los ancianos del clan de Mandela, nació el 18 de julio de 1918 en Johannesburgo (Sudáfrica) en Mvezo, en un poblado de 300 habitantes, en el distrito  O. R. Tambo en la provincia oriental del Cabo, donde se encuentra un Museo con el nombre de este magno personaje de la paz.

Tal vez, su primera experiencia en lo que significó su diario vivir; la lucha por sus derechos, se registró en el Colegio Universitario de Fort Hare, donde inició sus estudios escolares, con la intención de lograr su título de Bachiller en Artes; es en ese escenario donde “Tata” fue elegido miembro del Consejo de Representantes Estudiantiles, siendo expulsado por ser parte de una huelga estudiantil. Culminó sus estudios en la Universidad de Sudáfrica. Tiempo más tarde se licenció en la carrera de Derecho en la Universidad de Witwatersrand, un importante centro de estudios de su país.

Fue reconocido por muchas organizaciones, entre ellas universidades de prestigio que le brindaron su máxima mención el Doctor Honoris Causa, ellas fueron: la Universidad Andrés Bello de Chile, la Universidad de Carabobo de Venezuela, la Universidad Complutense de Madrid la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ambas de España), la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, entre otras. Así como importantes homenajes y distinciones, como el de la Orden Nacional José Martí de Cuba (1993), Premio Nobel de la Paz (1993); el más significativo de todos, Orden al Mérito del Reino Unido (1995), Embajador de la Conciencia, otorgado por Amnistía Internacional (2006), la Escultura en el  Palacio de Westminster, en Londres (2007), y otro gran número de consideraciones; que ponen en relieve para el mundo la gran obra de un abanderado de la paz, como lo fue Mandela, a lo largo de toda su existencia.

En mayo del próximo año, se cumplirán 10 años de aquel memorable discurso en su asunción como presidente de la república de su país. Recogiendo aquí una de sus más hermosas expresiones “Estamos forjando una alianza que nos permitirá construir una sociedad en la que todos los sudafricanos, negros y blancos, puedan caminar con la cabeza alta… una nación arco iris en paz con ella misma y con el mundo”.

Esta personalidad de la historia mundial, se convirtió para todos los habitantes de este planeta en una especie de símbolo de la reconciliación y la libertad y como máxima figura de su nación; por su labor como líder de los movimientos contra el apartheid y su valorable larga lucha, en favor de esta noble consigna.

Cabe señalar que el apartheid, fue una modalidad de gobierno que legalizó la segregación racial en Sudáfrica, impuesto por la minoría blanca del país, que a finales de los años ´80 no reconocía derechos a negros, mestizos e indios; siendo objeto de la batalla emprendida por Mandela; gestando uno de los más relevantes movimientos sociales en favor de los derechos humanos, atrayendo la mirada internacional a la Sudáfrica del apartheid. Esta lucha la venció el gran “Madiba”, para luego alzarse con la victoria democrática y ser el primer presidente negro de su patria. Todo un orgullo para la mayoría de sudafricanos, considerándolo como su hijo más ilustre. La última vez que se le pudo ver ante cámaras, fue en la ceremonia de clausura del Mundial de Fútbol del 2010, realizada en su natal Sudáfrica, momento en que se le brindó un merecido reconocimiento, dado su proeza de luchar, sin descanso por  la unión de su patria; que tuvo que soportar racismo y divisiones inconcebibles por muchos años, siendo clave Mandela, para acabar con este absurdo régimen.

El 5 de diciembre del año pasado, nos dejó el abogado que se convirtió en uno de los líderes de mayor relevancia del planeta, el líder que fue el preso político con mayor ascendencia, luego de 27 años de cautiverio y que se encumbró como el hombre amante de la libertad; que se convirtió en el mandatario de su nación. Aquella fecha muy especial para el mundo, la recordaremos por siempre como el día que partió el bastión moral más grande e incomparable de una Sudáfrica, que ha sufrido una penosa situación por mucho tiempo.

Mandela enseñó a rico y pobres, a jóvenes y ancianos, a negros y blancos, que debemos vivir juntos y a tener confianza en nosotros mismos, enseñanza que estoy seguro que marcó en cada uno de los que fuimos testigos cerca o lejos de su infinita obra y su sublime mensaje de paz. Trascendió su tiempo, por haber ido más allá en su proceso unificador, negociando con el gobierno del apartheid, una transición pacífica hacia una democracia multirracial y por haber impedido a su pueblo una triste guerra civil a inicios de los ´90, que haya sido inevitable. Este simpático héroe de la conquista por un mundo mejor, fue una de las figuras más populares, admiradas y respetadas del universo. No puedo evitar de emocionarme cuando hablo de Mandela, seguro que no soy el único y es por ello que me quedaría con ese titular de RPP, en su edición web en junio pasado; cuando informaba de una sus recaídas a meses de su muerte, “Nelson Mandela, la leyenda viva del hombre que cambió Sudáfrica”, una expresión que describe con precisión la grandeza de este hombre y lo que dejo su pensamiento para la humanidad. Se trata de uno de los prohombres más influyentes del siglo XX.

*Licenciado en Ciencias de la Comunicación

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