Por: César I. Falla Figueroa*
Ya han pasado 03 meses de tu partida, de
aquella noche que nunca se borrará de mi mente, en la que tu enfermedad y tu palpitar
no pudo más. Jesús decidió de que vayas a su lado, para que goces del descanso
eterno y de su reyno que bien ganado lo tenías, hace ya mucho tiempo atrás.
Noche que fui testigo de tus últimas palabras y presencie tu rostro
imperturbable, humilde, noble y generoso, cuya esencia de vida, ya se había
transportado al infinito. Fue la noche que partiste a la eternidad y a mí solo
me quedo respetar y comprender este designio.
El Día de la madre y el 14 de mayo, fecha de
tu cumpleaños, será por siempre un día muy especial para nosotros, como cuando estabas
en la tierra, pero hoy cobra una connotación mucho más grande e
inconmensurable. Fue un día en el que reafirmamos nuestro compromiso con lo que
significó tu obra y con el cariño y el profundo amor que tú valiente y mítico
corazón, nos pudo ofrecer.
Desde aquel histórico 24 de enero; tu imagen,
tu legado, tu vida; se encumbra como una figura legendaria y épica, que durante
tu existencia física, fuiste construyendo con lucha, sacrificio y amor. Mamá,
somos y seremos fieles herederos de lo que representó tu vida, hecha leyenda;
continuaremos ese camino, aquella ruta que tu trazaste y que estoy seguro nos
llevará al éxito.
Te confieso mamá que, por más tranquilidad
que sienta mi alma, es difícil para mí levantarme todos los días y no verte
conmigo; pero sé que tu espíritu y la contemplación de tu recuerdo vivirá de
manera sempiterna conmigo. Son aquellos dos componentes que serán mi oxígeno y
me mantendrán vivo y muy firme, hasta que Jesús decida mi partida. Mamita te
doy mi palabra que lucharé por vivir; solo con el propósito de hacer tu
voluntad, honrar tu memoria y elevar tu nombre al sitial más alto que es donde
tiene que estar.
Gracias Mamá por tus regalos de navidad, por
tus palabras de cariño, por tu infinito amor, por el vaso de leche que me
brindabas cuando niño por las noches, por los dulces maravillosos que
preparabas para nosotros y para el gusto de tu esposo, por tus preocupaciones
cuando enfermaba, por presentir mis problemas, que solo tú lo podías encaminar,
por escucharme cuando quería una opinión y un consejo, siempre acertado y
pertinente de tu parte. Gracias por aquellos almuerzos especiales de sábado y
domingo, con esa sazón, poseedora de un sello inigualable y simpar. Por ese
abrazo eterno de cada 15 de abril, en mi cumpleaños. Por esa esa pelota de
colores preciosa que tu amor me regaló y que se convirtió en un ícono de la
infancia de este comunicador. Por esa palabra de aliento y por hacer de mí, tu
hijito querido, a tu imagen y semejanza.
Aún recuerdo aquellos viajes a Ecuador,
cuando llegabas de madrugada y te recibía con un abrazo y traigo a mi mente a
aquel instante cuando me trajiste un reloj celeste hermoso, que con el tiempo,
se convirtió en uno de los recuerdos más lindos, que mi niñez pudo registrar.
Sabes cuánto me gusto y sabes también, que lo guardé hasta el infinito en mi
corazón.
Solo nuestra familia sabe los problemas que
hemos tenido y que tu estuviste siempre al frente, enseñándonos con tu
accionar; como había que enfrentar los problemas y que había que hacer para
llegar a su solución. Recuerdo cuando nos desalojaron de la casa de mi querida
Av. Sáenz Peña, cuando tuvimos que ir a casa de la abuelita Evelina y al día
siguiente; tu creatividad, inteligencia y empuje, nos hizo testigos de aquella
humilde y trascendental labor que habías decidido emprender.
Te extraño mucho Mamá, nada ni nadie me
consolará y soy sincero, en decirte que muy en mis adentros, no quiero ni busco
consuelo. Solo quiero tu presencia intangible sea mi mayor compañía en la vida.
Tu memoria estará presente en todo momento y siento cada día al abrir mis ojos
que tengo un compromiso contigo; un compromiso de continuar tu camino, de que
tu vida siga trascendiendo, de que tu palabra se verbalice hasta mi muerte y
que tu mensaje, tal vez, llegue a la inmortalidad, para las próximas
generaciones.
Te comparto mamá que en una de las visitas
que hago a tu tumba, te sentí presente en el aroma de aquella rosa blanca del
ramito que con todo mi afecto te ofrezco. Son esos detalles que me hacen
sentirte muy cerca y que alimentan mi alma y que no hace desmayar ni morir mi
fe, de que estarás a mi lado, por siempre. Éramos inseparables y así estaremos,
hasta la eternidad.
Tuve la suerte de heredar cosas importantes
de ti. Herede tu carácter, tu ejemplo y la educación que cultivaste en mí. Estos
componentes me permitieron sobrellevar este difícil momento y luchar ante las
múltiples adversidades que se han presentado en mi vida. Gracias a ese bendito
carácter que el creador imprimió en ti, aprendí a que todo cuesta conseguir en
la vida, a que nadie te regala nada y si las condiciones son difíciles, tienes
que sacrificarte para lograr lo que te propones.
Te comento, que Papá está tratando de ocupar
el espacio que tú has dejado en la tierra. Te pido mamá, que ilumines su vida;
dale la sabiduría que requiere, para que se mantenga firme como eje de nuestra
familia y que Jesús y la vida le permita, ver nuestros avances y progresos. Sé
que por el inmenso cariño que le tenías a tu fiel compañero, lo harás; es más
creo que ya lo estás haciendo. Te expreso con todo el amor del mundo, que todo
el esfuerzo que hacemos, lo hacemos en tu nombre; para que desde el cielo, te
sigas sintiendo orgullosa de tus hijos y de tu entrañable esposo y sigamos los
pasos del sendero del éxito, que tu determinaste para nosotros. Confía en mi
palabra, es difícil pero así será y que el dolor y la pena que hoy existe entre
nosotros, se convertirán en un recuerdo bonito, con alegría y con la esperanza
perpetua de un futuro mejor.
* Licenciado en Ciencias
de la Comunicación
Email: cfallafigueroa@hotmail.com
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