Por: César I. Falla Figueroa (*)
Hace unas semanas, en mis
clases en la Universidad traté con mis queridos estudiantes un tema muy
especial que descubrí en la vivencia de aula, que era mucho más importante y
atrayente de lo que yo podía imaginar. La experiencia, despertó un tremendo
interés en los jóvenes, que sobrepasó mis propias expectativas. Por ello, es
que hoy me animó a compartirles este tema, que espero sea de utilidad en su
diario vivir. La asertividad es una de las cualidades, ya simbolizada, como uno
de los mayores desafíos a asumir, por el ser humano, dado lo difícil que es
lograr esa característica, dado la velocidad con la cual marcha el mundo, los
prejuicios con los cuales hemos sido criados y educados y la falta o el
desconocimiento de verdaderos paradigmas que guíen nuestra existencia.
Comprende el hecho de ser
firmes en nuestra toma de decisiones, en el sentido de ser responsables, coherentes y asumir las
consecuencias de lo que vamos desarrollando en el camino. Ir construyendo, con
el pasar del tiempo, nuestros conceptos o criterios que serán aplicados en
diversas situaciones en la que nos encontremos, sin dar paso a ninguna
manipulación de gente que quiere sacar algún provecho de nosotros. Ello
contribuirá a la consolidación de nuestra personalidad, a sentirnos bien, a
avanzar en nuestros propósitos y a ganar el respeto de quienes nos rodean.
Si no somos asertivos,
podemos caer, adoptando posturas que perjudican nuestra imagen ante los demás,
como por ej.: Sumisión (puede someterse y no hace valer sus derechos, por ende
se sienten dolidas, humilladas y resentidas), Agresividad (reaccionan de
forma beligerante; hacen valer sus
derechos con amenazas. Improperios, gritos).
Ser asertivo es: respetarse a sí mismo, con disposición a expresarse, a
responder adecuadamente ante un atropello. Se trata de una persona que es
consciente de los derechos del otro y por tanto lo respeta, le da el valor que
las personas merecen. Una persona que no cultiva este valor, suele interrumpir
conversaciones, dejando en claro que no siente la menor consideración por la
otra persona, comportándose de forma intransigente e irrespetuosa.
Una persona asertiva, se
caracteriza por lo siguiente: Utiliza frases en primera persona: por ej.; En
lugar de decir “Estás muy mal, pensando así”, podemos decir “No comulgo con tu
postura, respecto a lo que estas tratando”. De esta manera, damos a conocer
nuestra opinión, sin desvalorizar la posición de nuestro interlocutor y sin
ponerle una etiqueta que no corresponde y por ende, significaría un acto
injusto.
Muchas veces, recibimos
invitaciones, reuniones, pedido de
favores, etc. Es muy importante para
nuestras vidas, el hecho que nos reeduquemos en nuestro comportamiento y comencemos
por ir poco a poco, insertando en nuestro diccionario, la palabra “No”, ante
determinadas situaciones. ¿Qué sería de nuestra vida, si decimos “Si” a todo lo
que nos piden o se nos presenta? Estoy seguro que sería un verdadero caos y tal
vez nos sintamos que no tenemos otra salida.
Prioricemos nuestras
actividades, dando mayor interés a lo que realmente nos interesa, sin dejar de
dar un espacio a la otra persona, como un acto de amor, colaboración y
solidaridad. Tenemos que aprender a decir “No”, no precisamente porque tienes
un quehacer o atender un compromiso, sino porque simplemente no crees
pertinente atender o de pronto, en un derroche de sensatez, eres consciente que
no está en tus manos la solución del problema. Otro de los aspectos claves, en
el cual tenemos que tener mucho cuidado es en tu lenguaje corporal, dicen los
entendidos, que nuestro cuerpo dice más que nuestras palabras. Se da el caso en
que no queremos realizar una acción, pero nuestro cuerpo (que no engaña) expone
una actitud dubitativa y poco consistente, la persona que quiere conseguir algo
de nosotros, va terminar logrando su propósito.
Es necesario que haya una sintonía, entre lo
que pensamos, decimos y lo que nuestro cuerpo expresa, siendo pertinente para
ello: mantener una postura erguida, mirar a los ojos directamente, mostrarnos
confiables y calmados, ser claros en nuestro mensaje, pero eso no signifique
levantar la voz, ni tener una posición prepotente. Una buena práctica, para
moldear nuestra comunicación asertiva podría considerarse el hecho de vernos a
un espejo, e ir ejercitando esta práctica, hasta que nuestra manera de
presentarnos ante los demás, alcance un nivel de espontaneidad.
Un indicador central en la comunicación
asertiva, es el manejo de nuestras
emociones; no podemos ser prisioneros de nuestros resentimientos, odios,
preconceptos, antipatías. Antes de manifestar o hacer algo; es saludable
respirar profundamente, tranquilizarnos y pensar muy bien lo que vamos a decir
y encontrar, en esos segundos o en ese minuto, la manera más atinada para
expresarlo, de esa forma estamos siendo asertivos. La asertividad, es una
enfática representación de libertad para decir lo que pensamos, sin darle
vueltas al asunto, sin temor a nada ni nadie, dejando atrás esa vergüenza que
le pone barreras a nuestro crecimiento. ¡Seamos asertivos!, una tarea
pendiente, uno de los más extraordinarios desafíos.
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
www.cesarfalla.com
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