Por: César I. Falla Figueroa*
Cuando fui designado tutor
en la universidad donde laboro, después de algunas experiencias como profesor al
interior y fuera de la misma, fue una noticia maravillosa, que me comprometió con
el presente y el destino de aquellos jóvenes, que día a día vienen labrando su
futuro en las aulas y que hoy me honran con su activa participación, constancia
y empeño por forjarse un mañana mejor.
Si hay algo que tengo claro,
es que la docencia universitaria, va más allá de las horas dictadas de clase.
Ayer quedó “el paradigma” de que el docente cumplía con su horario y pasaba a
retirarse del aula. Hoy necesitamos de profesores que no mezquinen su tiempo y
que lo den el todo por el todo por sus estudiantes. Se trata de un compromiso consigo
mismos, y que exige de nosotros como docentes, nuestra mejor de disposición y
la mayor responsabilidad para con nuestros jóvenes.
En medio de este quehacer,
es fundamental que la universidad centre sus esfuerzos en la capacitación de
sus profesores. Es clave el hecho que los docentes actualicen sus conocimientos
constantemente y tengan acceso a todas las herramientas que le permitan un
óptimo despliegue de su proceso de enseñanza. Ahora, con la presencia de las
tecnologías de la información ello se hace posible. Si hay algo en el mundo
contemporáneo que es constante, es el cambio y nosotros como vehículos de la
educación, tenemos que ir a la vanguardia de esos cambios, sin complejas y sin
barreras que nos encasille en nuestros conceptos y en los prejuicios del ayer.
Uno de los grandes retos de la hora actual en
el sector educativo, es ser capaces como docentes y estudiantes de construir
juntos el conocimiento. Nada es impositivo, nada es estático, nada es absoluto.
Hoy la formación universitaria es una experiencia compartida, en medio de un
cambio constante y cuya verdad es relativa y por ende se cuestiona, se analiza
y se presentan alternativas de solución, planteándose en este proceso nuevos
temas; es en estos aspectos donde
descansa la evolución de la educación universitaria.
Una agenda pendiente en educación, es no cabe
duda la promoción de los valores. Este tema tiene que ser impartido desde la
etapa inicial, pasando por la primaria, ya que son en las épocas infantiles,
donde nuestro cerebro tiene mayor capacidad de retención y en el cual el
contexto donde se desarrolla esta etapa, permite un aprendizaje, mejor dicho
una experiencia mucho más agradable y eficaz. Por los medios de comunicación,
nos enteramos de una serie de noticias que transmiten anti-valores, que
denigran la especie humana y que terminan por contaminar la mente de nuestros
jóvenes. Necesitamos en nuestro sistema pedagógico internalizar valores: como:
la responsabilidad, la honradez, la
justicia, la solidaridad, la integración, etc.; pero que se han inculcados
desde otra concepción, muy diferente a la de un curso de carrera habitual.
Tiene que partir fundamentalmente de una experiencia vivencial, que consideren
elementos como: sociodramas, dinámicas
de grupo y un enriquecedor proceso de socialización que nos permita analizar y
llegar a conclusiones que sean producto de una profunda reflexión y diálogo.
La sociedad necesita de la universidad para
su transformación social, como institución destinada, por excelencia, a la
formación de nuestra juventud. Necesitamos que este centro del saber recupere
el lugar privilegiado que en antaño ocupó y que bien ganado lo tenía. Tiempos
atrás en la que las universidades marcaban la pauta del desarrollo nacional y
tenía influencia en la vida de la población. Centros de formación de grandes hombres como:
Raúl Porras Barnechea, Mario Vargas Llosa, José María Arguedas, Alfredo Bryce
Echenique, Fernando de Szyszlo, César Hildebrandt, entre otros.
La calidad de la enseñanza universitaria en
el Perú tiene que dar un salto cualitativo y con mayor razón ahora motivadas
por el proceso de acreditación universitaria. Siempre rescatando los avances
que estos espacios académicos en nuestro país, hasta el momento han ido
registrando. La comunidad universitaria en su conjunto, tiene que estar
comprometida en este supremo objetivo. Autoridades, funcionarios, estudiantes y
padres de familia tienen que impulsar este histórico proceso.
El gran desafío de la enseñanza en estos
templos del saber, es lograr la transformación del alma de nuestros queridos
estudiantes, comprometiéndolos con el desarrollo de su comunidad, haciéndolos
mucho más sensibles a los problemas que atraviesa su entorno, perfilando a las
nuevas generaciones como agentes de cambio social, para lograr el progreso y
bienestar de todos. Ahí las universidades tienen un camino a seguir.
El destacado historiador, psicólogo y
profesor de la Universidad de Harvard; Howard Gardner, impulsor de la recordada “Teoría de las
Inteligencias Múltiples”, hace mención de diversos tipos de inteligencias, como
son: la inteligencia lingüística, la inteligencia espacial o visual, la
inteligencia musical, la inteligencia lógica – matemática, entre otras.
Atributos que como docentes, tenemos que ejercitar en los jóvenes, como parte
de su desarrollo.
Así como promover otras habilidades y destrezas
fundamentales para el desarrollo del ser humano, del estudiante y del futuro
profesional, entre las que podemos subrayar: el autoconocimiento, la
comunicación asertiva, las relaciones interpersonales, la toma de decisiones,
la solución de problemas y conflictos, el pensamiento crítico, el manejo de
emociones y sentimientos, entre otras.
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
www.cesarfalla.com
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