Por: César I. Falla Figueroa (*)
Cuando mamá se fue al cielo, el único ser amado a ese cercano nivel (para nosotros, tus hijos), que nos quedaba en la tierra, eras tú papá. En ti, porque así lo quiso el destino, se iba a depositar todo el cariño, el amor y la responsabilidad que un hijo le podía dar a un padre. La partida de mamá, ha significado para ti, la oportunidad de asumir este tiempo con la tranquilidad que solo tu compañera de toda la vida nos puede dar, desde donde quiera que esté; la experiencia más grande y trascendente en tu vida. Es la prueba de fuego para demostrarte a ti mismo, cuan capaz eres de dar y de seguir dando a tus hijos. Tu tiempo, tu sonrisa, tu experiencia, tu consejo, tu afecto; hoy más que nunca siguen siendo valiosas para mí y para mí hermana.
Mamá siempre te acompañará, estará a tu lado,
guiando tus pasos por el camino del
bien. Ella te enseña, desde el firmamento, qué paso seguir, enmarcado en tu
propio concepto de vida y lo que tú noblemente crees que es correcto para
nosotros y para ti mismo. Mamá, tu esposa querida, fue la maestra vida para
todos nosotros. Ella nunca te dejará, te pido que ores mucho a Jesús y dialoga
con ella. La oración es la vía más adecuada para conversar con nuestro creador
y con los seres que más queremos y que, como mamá, ya han partido al infinito.
Amado Papá, encuentra en tus hijos tu
descanso, tu razón de existir, tu inspiración, tu fundamento más preciado para
seguir en pie y decirle a la vida que seguirás estando dispuesto a dar lo mejor
de ti y que no desmayarás en ese propósito. A fortalecerte, posterior a este
sentido momento, en tu rol como tal. Tus hijos, los hijos de mamá, somos la
prolongación de su vida, a través de nosotros mamá seguirá muy cercana a ti. Tienes
contigo a sus dos máximos tesoros. Ahora te toca a ti, seguir alimentando
afecto en esas joyas de mamá, como lo has hecho siempre, pero ahora con un rol
mayor.
Hoy, en este mes del padre, me toca
agradecerte desde lo más profundo de mi corazón el haber decidido compartir
este inmenso dolor con nosotros, el decidir; por un tiempo importante (espero)
mantenernos juntos bajo tu liderazgo, que solo tú puedes, en la medida de lo
que desarrolló mamá, ejercer por encima de nosotros. Gracias por tus atenciones,
por esa compañía, cuyas conversaciones son una extraordinaria cátedra de vida; la
más maravillosa que puedo recibir en mi vida. Gracias por motivarnos a seguir
adelante. Gracias por estar dispuesto a vivir momentos de alegría con tu
familia, tus hijos. Gracias por tu presencia que por sí sola nos dice que ahí
tenemos un enorme impulso para seguir en pie y cuyo apellido, tu apellido,
tenemos que honrar por lo más alto.
Una de las cosas de la que estoy convencido
en la vida, es que tengo mucho de ti. Los dos somos del mismo signo, obstinados
y muy difícil de dar nuestro brazo a torcer, sólidos en lo que creemos y
suficientemente llenos de amor para seguir en el camino. Nada ni nadie nos hará
cambiar de lo que es nuestra perspectiva de vida. Sabemos, perfectamente, que
tenemos que hacer para seguir en la ruta del éxito. Estamos listos, tal y como
íbamos con mamá, y como ella nos enseñó con el ejemplo que significó su trascendental
existencia; para seguir avanzando, trabajando día a día por el progreso de
nuestra familia. Como mamá lo venía edificando y pensando, estoy seguro de
ello, hasta el último aliento de su vida.
Esta etapa, es un desafío para ti y para
nosotros como tus hijos. Mamá nos dejó la valla muy alta y no podemos fallarle
y no hay lugar para ello. Ella como tú mismo nos dices, nos está cuidando y
está mirando nuestros pasos desde el cielo. Tenemos que honrar su memoria,
dando lo mejor de nuestra alma y nuestro corazón.
La valentía con la que has sabido llevar este
momento, es nuestro principio rector para seguir ese sendero, es la más grande
herencia que tú nos dejarás, cuando llegues al encuentro de mamá. Contágianos,
poco a poco de esa valentía, tu característica más distintiva, para afrontar
los momentos difíciles, como el que nos toca vivir. Valentía que es producto
del más infinito amor que sientes por mamá y que estará supérstite hasta el
final de tu vida y después de ella.
Aún recuerdo con mucho entusiasmo, aquella
mañana del domingo 26 de enero, al día siguiente de sepultada mamá, lo que me
expresaste con singular firmeza, y lo tengo como el recuerdo más maravilloso de
nuestro vínculo. Tu mensaje llegó a mi alma, me dijiste que teníamos que seguir
luchando para seguir adelante, que no podíamos detenernos, producto por tu
propia reflexión y por las palabras de un ángel, que se apareció disfrazado de
amigo de antaño. Muchas gracias por esas palabras papá, créeme que me sirvieron
de mucho en aquel crítico momento.
Para finalizar, te pido desde lo más hondo de
mi corazón que no decaigas y sé que no lo vas hacer, porque sé que eres un
hombre de raza, que fue digno ejemplo de fidelidad, de amor y de compañerismo para mamá y estoy seguro que lo seguirás siendo hasta
la eternidad. Aquel “Goyo” incondicional que mamá solicitaba al llegar a casa y
que era su principal sostén para la diaria labor y para esa significativa
convivencia que atesoro en el lugar más hermoso de mi memoria.
Tu eres parte sustancial de lo que construyó
mamá para nosotros, sin tu apoyo, iba ser mucho más difícil cristalizar lo que
fue su sueño dorado; que era hacer de sus hijos hombres de bien y ciudadanos de
provecho para su comunidad y para su patria. Tú fuiste el complemento más
maravilloso de mamá. El compañero cuyo accionar silencioso no paraba de alentar
a su esposa, a seguir en el camino que ella misma había trazado. Espero haberte
ofrecido, la semana que pasó un bonito día del padre y que te sientas orgulloso
de nuestros progresos, que hoy te lo ofrecemos a ti en la tierra y a mamá desde
el cielo. ¡Que Dios, te bendiga Papá!
Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
www.cesarfalla.com
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