Por:
César I. Falla Figueroa (*)
Un tema que urge atender
en el Perú, son definitivamente los valores. Pensamos, como hacen tanta falta;
cuando vemos a un niño en la calle a vista y paciencia de su madre, botar la
cáscara de plátano al suelo, cuando apreciamos a una anciana parada en el microbús
sin que nadie le seda alguno de los asientos, cuando en el almuerzo familiar
advertimos que uno de sus miembros pronuncia malas palabras, sin que nadie se
atreva a corregir o detener ese triste espectáculo, cuando somos testigos del
“arreglo” entre un mal policía y un transportista ante una infracción de
tránsito, y así podría mencionar muchas escenas del día a día.
Uno de los propósitos
que tengo claro de la educación y por ende de los educadores, es el de formar a
la niñez y juventud, para promover un mundo más civilizado, con un sólido espíritu
crítico y comprometido con la reconstrucción moral de su comunidad y/o país,
cada día más necesaria en estos tiempos. Resulta imperioso impulsar a mediano y
largo plazo generaciones que tengan internalizada estas responsabilidades.
Ello, a mi concepto, es uno de las tareas primordiales que hay que poner en
marcha y esto recae en la promoción de valores. En una crisis de valores, como
la que tenemos en el Perú y muy en especial en nuestro departamento de
Lambayeque; educadores, periodistas, comunicadores, autoridades, instituciones,
empresariado; somos los llamados a emprender una campaña de sensibilización,
con la finalidad de promover valores.
Es terrible, como a
diario vemos en la televisión; imágenes que resultan contraproducentes a todo
lo que estamos tratando; gente que expone su vida privada ante cámaras por
mantenerse vigente en sus seguidores y ganar una considerable suma de dinero
por su participación o se “arman” historias en la que se exhiben una lista
interminable de antivalores que contaminan más y más los sentidos del
televidente. Buen número de ellos niños cuya mayoría, no saben discernir entre
lo bueno y lo malo. Internet, es otro medio que nos presenta una serie de
aspectos muy nocivos que perturban el normal desarrollo de los valores en la humanidad.
En esta plataforma virtual, podemos
encontrar de todo y es ahí donde radica su alto riesgo; mensajes, juegos
electrónicos y vídeos que resultan dañinos para la mente de nuestros infantes. Tratemos
de educar en la niñez, el buen uso de internet; una tecnología que muy bien
aprovechada puede ayudar a desarrollarnos e integrarnos de la mejor manera posible
con la sociedad.
La educación en
valores, es aún un tema pendiente para los medios de comunicación. Los
periodistas y en especial los comunicadores tenemos el deber de educar a través
de los espacios comunicacionales (educomunicación) y en cualquier espacio en la
que nos encontremos. Considero que esta acción no es exclusividad de los
pedagogos, soy de los que creen que también se puede ejecutar en los medios
informativos. Tenemos múltiples formatos para hacerlo: sociodramas, reportajes,
informes periodísticos, entrevistas, editorial, artículos de opinión, crónicas entre
otros. Necesitamos forjar una nueva generación de comunicadores comprometidos
al 120% con este tema, sin el apoyo de estos profesionales, es muy difícil
llegar a la conciencia de los pueblos.
La finalidad del
proceso de enseñanza – aprendizaje, es poner cada día mayor énfasis en la
calidad formativa de los hombres del mañana y de los futuros profesionales,
esto tiene que ver con la calidad en su desempeño estudiantil y dentro de poco,
profesional con una perspectiva ética y orientados por los valores para el
éxito y la competencia social y ya en el campo de la carrera que elija. Son
múltiples las labores que se pueden realizar en este tema, como por ej.:
promover el compañerismo, por medio del desarrollo de la comunicación
interpersonal y asertiva. El patriotismo, profundizando el sentimiento de
identidad nacional. La responsabilidad, elevando la calidad profesional en la
solución de los problemas de nuestro país, y así por el estilo.
A partir de esta
noble actividad, tenemos el desafío de promover buenos ciudadanos, autoridades
conscientes de su responsabilidad con el pueblo que lidera, un pueblo
consciente de sus deberes y derechos, organizaciones con responsabilidad social
y lo más relevante una niñez, cuyos padres les trasmiten normas de convivencia
adecuadas y rodeada de buenas acciones, sino recordemos aquella vieja expresión
y muy vigente “que todo comienza por casa”. La educación en valores, debe
coadyuvar a que el niño, el adolescente, el joven; defina un proyecto de vida
efectivo y eficaz, en los plazos más pertinentes; constituyéndose en un
proyecto concreto, contemplando las posibilidades del individuo y de su
entorno, a través del desarrollo mismo de los valores, la capacidad de
razonamiento, los conocimientos, la motivación y los intereses.
Los educadores, tanto
en las instituciones educativas como en las universidades, tienen la
responsabilidad de imprimir valores entre quienes van a recaer la conducción y
el destino de nuestro país. La tarea docente, no pasa solo por transferir
conocimiento y que se sepan desenvolver en la sociedad, sino que contribuyan
con determinación a contribuir a que esta sociedad tenga una transformación y
por tanto sea mucho mejor. Es ahí donde valores, como: la justicia, la
libertad, la solidaridad, la tolerancia, la comprensión, el respeto, la
integración, cobran un gran protagonismo.
Los que estamos
vinculados en la labor educativa sabemos perfectamente que la educación no es precisamente
un camino que tenga que seguirse con el propósito de lograr resultados claros y
cortoplacistas. La verdadera esencia es transmitir en nuestros queridos
estudiantes, una optimista visión del mundo, interiorizando valores para la
integración y el desarrollo de los pueblos. La familia, así como espacios
sociales como: la comunidad, el colegio y las universidades, deben ser
escenarios propicios para difundir valores. La convivencia misma, se constituye
en un magnífico ejercicio para acentuar este aspecto.
* Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
www.cesarfalla.com
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