Por: César I. Falla Figueroa*
La presencia de cursos de
arte y cultura en la formación de los universitarios; cumple un rol preponderante
para su carrera profesional y su vida personal, ya que permite a los
estudiantes, que labran día a día su futuro en las aulas de estos centros de
estudios; generar en ellos un sentimiento de identidad, de reconocer como sus
raíces, sus expresiones artísticas y que se sientan orgullosos de su pasado,
porque sin lugar a dudas es resultado de lo que hoy en día somos.
En varias instituciones
académicas de la capital, este aprendizaje es habitual; universidades como la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Universidad Nacional Mayor de San
Marcos y la de Universidad de Lima; su enseñanza ya tiene varias décadas. Estas
casas de estudio cuentan, por ejemplo, con talleres de teatro, que no solo
tienen como propósito contribuir a promover una formación humana (en el sentido
amplio de la palabra), sino que tiene como objetivo fundamental forjar
verdaderos cuadros de la actuación, promoviendo y despertando vocaciones
artísticas en sus estudiantes.
Porque no ser ambiciosos y
aspirar a que una de nuestras universidades del departamento, por iniciativa
propia o en alianza con agentes comprometidos con el desarrollo cultural, puedan
generar un Centro Cultural; pero orientado a la práctica de manifestaciones
artísticas, que permita a los jóvenes respirar y sentir muy dentro de su alma; cultura
y arte. Aprovechemos el espíritu espontáneo y participativo de nuestros
muchachos, siempre abiertos a aprender y sintonizar con cualquier expresión que
los invite a descubrir algo nuevo en ellos mismos.
La cultura y el arte son
sinónimos de libertad, al menos ese es mi concepto. Inyectemos ese sentimiento
en estos jóvenes, démosle la oportunidad de mostrar sus aptitudes y destrezas
para estos campos y con optimismo ir en la búsqueda de vocaciones escondidas
que necesiten ser descubiertas y trabajadas de forma seria y planificada como muy
bien lo podría hacer una universidad.
Busquemos concientizar a las
autoridades universitarias a dar un firme apoyo y respaldo a la práctica de
estas actividades, que deberían apuntar a la forja de nuestra identidad como
peruanos, y en nuestro caso, como lambayecanos; plateándonos grandes desafíos y
comprometiéndonos a construir mejores ciudadanos que aporten decididamente al
engrandecimiento de la tierra que nos vio nacer.
Acerquemos a aquel sector
poblacional que ya hace tiempo dejó de ser nuestro futuro y ahora es el
presente de la patria; nuestras danzas y bailes típicos como la Marinera y el Tondero.
Así como la enseñanza de instrumentos musicales, tan emblemáticos para nuestro
país; como la guitarra y el cajón, que son considerados como íconos de
peruanidad.
Así como la organización, de
talleres de canto que les permita a los aspirantes a profesionales; armonizar
su cuerpo, su voz y sus emociones, asimismo se trata de un ejercicio saludable
para nuestro organismo, demostrado científicamente, ya que entre otras cosas;
alivia el corazón, aporta tranquilidad y relajación, refuerza el sistema
inmune, hecho que da la posibilidad de actuar las capacidades de autosanación frente
a problemas, tan en boga, como los trastornos de sueño.
Sumado a la impartición de
asignaturas tan necesarias en un profesional competitivo como lo es Oratoria;
que ayude a los jóvenes a desarrollar confianza y seguridad en sí mismos. A
comunicar sus ideas con claridad para quienes los escuchen, entiendan y
comprendan su mensaje. A persuadir, convencer y motivar al público, respecto a
un objetivo determinado; entre otros
propósitos.
Los festivales universitarios
van en esa dirección. En Lambayeque los hay y de rescatable realización, pero
deben ser organizados con mayor frecuencia y con una participación más amplia y
activa del estudiantado he ahí el mayor de los retos. Eventos que tengan como
finalidad reconocer el talento vocal, artístico y musical de esta comunidad y
la contribución del desarrollo, preservación y divulgación de nuestros valores
culturales en pro del fortalecimiento de la identidad nacional y local.
Aprovecho la ocasión, para
destacar el tesonero trabajo que vienen desplegando universidades como la
Universidad Santo Toribio de Mogrovejo; desarrollando conferencias, cineclub,
galerías de arte, entre otras acciones. De igual forma a la Universidad Señor
de Sipán, entidad que durante varios años tiene dentro de su proyección
cultural y hace poco dentro de su labor académica, un área destinada al
aprendizaje y difusión de estas actividades, añadiendo la creación de elencos
artísticos; esfuerzo que ya está dando frutos para satisfacción de todos los
lambayecanos y de la propia comunidad universitaria.
Sobre la juventud estudiosa
recae el paso adelante que debe dar nuestro Perú, aquel salto cualitativo tan
esperado durante muchas décadas y anhelado por generaciones, sustentado y
motivado en nuestro legado histórico. Los jóvenes deben ser muy conscientes de su historia, de
sus costumbres, de su cultura; ya que ello les permitirá construir una visión más
consistente, ilustrada y precisa de lo que quieren para su pueblo en el mañana.
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
Email: cfallafigueroa@hotmail.com
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