Por: César I. Falla Figueroa*
Los aún jóvenes de mí
generación, creo entender que la mayoría ha sido criado de una manera
tradicional, clásica, un tanto conservadora. Muchos de ellos aún asistimos a
misa los domingos, tenemos cierta cercanía con la familia (con nuestros
padres), buscamos destacar en un trabajo como empleados en planilla u otro tipo
de contrato en el marco de una lucha constante por una estabilidad laboral,
aunque ya esto dentro de poco tiempo pertenecerá al escenario de la ilusión y
la fantasía.
Los jóvenes que son de mí
edad (30) o que promedian mí edad, aún sostenemos con mediana tranquilidad una
conversación como en antaño; los jóvenes de hoy, chicos de 18 a 25 años (en
términos generales) no toleran un diálogo de forma física ni un minuto sin contar
con la participación de un equipo de comunicación telefónica móvil. Ahora, es
común ver a un grupo de jóvenes “aparentemente reunidos” pero todos,
absolutamente todos, conectados al facebook, al chat o de manera “más
sofisticada” al twitter, sin ninguna intención de dialogar “in situ”.
Algunos contemporáneos,
soñaban con casarse civil y católico, con el mejor de nuestros trajes y con una
novia vestida de blanco, como decían nuestros viejos “como Dios manda”. Hoy la llamada “generación facebook”, apuesta
primero por convivir “por conocerse, dicen ellos”, no le dan tanto crédito a
una unión formal, es más su “modus vivendi” no está muy orientado por
parámetros, límites, ceremonias oficiosas y en sí no están habituados a todo lo
que suene formalidad. Amigos, los jóvenes de esta generación han sido capaces,
para bien o para mal, de gestar su propio formato de vida y eso hay que
entenderlo y analizarlo de alguna manera.
En honor a la verdad, no sé
si esto que trató de explicar sea una involución o evolución de la humanidad,
pero es la realidad. En épocas ancestrales, de los abuelos, padres y hasta en
cierta forma de nosotros mismos, nuestros héroes eran nuestros propios padres.
En la actualidad el héroe de esta juventud, es Justin Bieber y Selena Gomez, “de yapa”
Ayer o hace unos años, había
aún tiempo para compartir, siquiera, un domingo con la familia, conversar de
los avances y retrocesos de la vida cotidiana. Para los jóvenes de hoy, ese
momento ya no existe, les incomoda y hasta irrita. Prefieren comunicarse con
aquel o aquella cibernauta, a través de esa “pantallita” del equipo virtual,
con la compañía infaltable de ese sonido horroroso que nos da la señal de una
respuesta en tiempo real.
Sueñan con su independencia
personal y laboral, irse de la casa a temprana edad, buscar un trabajo que
solvente sus gastos básicos con la perspectiva de generar su propio negocio y
hacer su propia vida sin estar al pendiente de la reprimenda del padre o la
llamada de atención del dueño de la empresa, porque no lo toleran.
En cuanto a lo que piensan
respecto a su educación, en el pasado se pensaba en estudiar aquellas carreras
tradicionales como: Derecho, Ingeniería y Medicina. En el presente, las
vocaciones van más orientadas a esas profesiones que impulse sus
emprendimientos y capacidad creativa como: Administración, Marketing, Comercio
y Negocios y muy a fin con su vida práctica, con poca reflexión; buscando
resultados en el corto plazo.
Su música, simplemente no tiene
contenido y si algo lo tiene está plagado de incoherencias o melodías pegajosas
que rinden tributo a animales como la Yegua y el Caballo, mientras nuestra
generación aún le rendía pleitesía al amor y a los valores que aun (gracias a
Dios) existen en la vida.
De la política, ni se hable
están casi totalmente desconectados de ella; no creen en ningún discurso que
los invite a dar sin recibir. No tienen partido, el único partido es la familia
que construirán y su propia vida. No creen en promesas ni anhelos, sino en
hechos concretos que les demuestre que tú sí puedes.
La mayoría no está muy
familiarizada con sus símbolos patrios, el único símbolo que pueden reconocer
es la famosa “f” de la red social facebook. Y aquí nuestro sistema educativo,
tiene una enorme responsabilidad y un pasivo que asumir, ya que no ha sabido
ser capaz de promover valores nacionales en esta nueva hornada de compatriotas,
que propicie su identificación con nuestro suelo y que fomente su sentido de
pertenencia.
Lo que sí es evidente, por
lo que hemos analizado; es que la nueva generación carece de afecto. La falta
de la presencia afectiva de la familia (papá y mamá sobre todo) por múltiples
aspectos (trabajo, crisis económica, estrés, superación y ambiciones
personales) ha producido una juventud sin esa base emocional que le permita ir
en la vida por un camino firme sin que fácilmente puedas dejarlo y aferrándote al
cariño y al amor más sublime que solo te pueden dar los que te dieron la vida.
*Licenciado en Ciencias de la Comunicación.
Email: cfallafigueroa@hotmail.com
www.cesarfalla.com
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