Por: César I. Falla Figueroa (*)
Algunos la asumen como un
estado de ánimo, una etapa de nuestra vida, una conquista, un desafío, una
sensación invisible que cuando quiere nos evade y que tal vez nunca vemos en nuestro
paso por la tierra o simplemente un momento algo fugaz que no duda en escaparse
de nuestra vida. Desde mi punto de vista, amigos la felicidad es todo esto y
otras cosas más.
En mí caso, fue lo primero,
es así como la puedo asimilar. Para mí fue un lindo episodio de mí vida, hablo
de mí niñez y de los bellos instantes que experimente en esa época. Ese tiempo
y aquellas maravillosas imágenes que compartí con mis padres; los paseos por los
lugares emblemas de Chiclayo, las salidas al Cine (Tropical y Colonial), las
navidades con juguetes que creía eran productos mágicos que venían de algo muy
bello, que no lograba entender y con reuniones familiares preciosas que me
hacen botar una lagrima de felicidad, con tan solo recordar una de ellas.
El pasado, 20 de marzo se
celebró el primer Día Internacional de la Felicidad, fecha escogida por
Naciones Unidas, quien adoptó hace poco una resolución invitando a priorizar en
los planes políticos y económicos del mundo a la felicidad y al bienestar, a
fin de reconocer su relevancia como aspiraciones universales de los seres
humanos y lo capital de su inclusión en las políticas de gobierno.
En la reunión de Alto Nivel
respecto a “La Felicidad y el Bienestar: como definir un nuevo paradigma
económico” que se realizó durante la 66 sesión de la Asamblea General, Ban
Ki-moon (Secretario General) resaltó que el mundo requería un nuevo paradigma
económico, que identificará la paridad de los tres pilares del desarrollo
sostenible como lo son: el factor social, económico y ambiental, ya que juntos
(según la autoridad mundial) determinan nuestra felicidad global.
Lo peculiar del tema es que
este encuentro se desarrolló por iniciativa de Bután (situado en el sur de
Asia), un país (considerado el más feliz del mundo) que le da el valor a la
felicidad por encima de los ingresos nacionales, desde inicios de la década de
los 70, cuando asumió el concepto de un Índice de Felicidad Nacional Bruta para
sustituir al Producto Interno Bruto (PIB).
Según Richard Layard,
economista y profesor emérito del London School of Economics, expresa que la
felicidad significa calidad de vida, tal como uno la experimente. El
profesional precisa que si más personas en el mundo viven en una forma que suma
a la felicidad de otros, tendremos como resultado una convivencia más
cohesionada con nuestro prójimo, según refiere. Cabe mencionar que este
reputado economista es uno de los fundadores de Action for Happiness, en
español llamada Acción por la Felicidad; movimiento global que suscita la firma
de compromisos en la red e insta a gobiernos e instituciones a concebir la
felicidad como algo en serio y entender que no hay progreso sin bienestar.
Con el propósito de generar
más felicidad, el economista Layard recomienda a los gobiernos realizar varias
acciones, como dar prioridad a la salud mental y detener de una vez por todas a
males como la depresión y la ansiedad que según las encuestas revelan que representan
el 40% de las licencias por enfermedad en el ámbito laboral.
La felicidad nos lleva de
forma imperturbable a vivir el presente, no retrocediendo en el pasado o siendo
preso de ansiedades futuras; sino una conciencia clara de lo que está a nuestro
alrededor y nuestro entorno. Una de las claves para alcanzar este sentimiento y
su interacción con los demás; es sacando lo mejor del otro, lo que nos ayuda a
crecer juntos y dándole el valor que corresponde a cada persona.
A propósito que hablamos de
este tema, a los medios de comunicación y en especial a varios de los
periodistas de nuestra localidad les falta la existencia de esta bendita
palabra en su quehacer laboral diario. Y esto se pone en evidencia, día a día
con expresiones poco atinadas, resentimientos que se manifiestan al tratar un determinado
suceso o rencillas con alguna autoridad o colega que se exponen al aire, sin
importar en lo más mínimo el compromiso con nuestro público.
Hay que reflexionar en el
hecho que los periodistas debemos darle a nuestra sociedad; una cuota de
esperanza, alegría y un motivo para ser felices en nuestra estadía en este planeta.
Los periodistas, tenemos que ser uno de los principales promotores de la
felicidad y esto debe llevarnos a producir una serie de trabajos periodísticos
que apunten a este gran objetivo. El periodismo escrito, la radio, la
televisión e internet son grandes elementos para cristalizar este sueño.
Es increíble como en las
redes sociales, la felicidad ha cobrado gran notoriedad entre los cibernautas;
exponiendo mensajes que revelan de manera muy entusiasta el anhelo de conseguir
la felicidad, o de otros compartiendo el estado anímico feliz en el que se
encuentran. Todo esto está generando a la larga o a la corta una revolución de
actitudes entorno a la felicidad. Aquí algunos tip´s que nos acerca a la
felicidad: Desarrollar qué nos motiva y que nos impulsa a salir adelante, la
creación de un clima de mayor autonomía en el trabajo para incrementar la
creatividad; nivel fundamental que estimula el estado en mención. Reeduquémonos
en el esfuerzo por ser felices. ¡Muchos Éxitos!
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
Email: cfallafigueroa@hotmail.com
www.cesarfalla.com
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