Por: César I. Falla Figueroa*
De mi generación, es sin duda uno de los ídolos más
transcendentales del balompié nacional y uno de los referentes de Sudamérica.
Julio César Balerio Correa, dejó de existir el pasado, 24 de junio a la edad de
55 años víctima de un paro cardiaco. Su deceso produjo, una profunda pena entre
todos los amantes del futbol en nuestro país y en los países que jugó en
América Latina, en especial de la gran familia de Sporting Cristal, que hace
unas semanas, lloro su partida.
Aún tengo vivo el recuerdo de aquellas épicas
jornadas del “Viejo”, como cariñosamente le llamaban por los años que tenía y
seguía impidiendo goles en el arco propio; haciendo gala de vibrantes atajadas
y de buenos reflejos. Cómo olvidar aquel penal que evitó que se convirtiera en
gol al “príncipe” Enzo Francescoli, en una noche muy especial para el
experimentado guardameta.
Nace en Piriápolis, una ciudad de la región
de Maldonado (Uruguay). Debuta en su natal Uruguay con su querido Atlético
Rentista en 1980, posteriormente es vendido en 1982 al Atlético Bellavista,
donde jugo dos importantes temporadas. Años que le sirvieron para emigrar a un
grande del futbol mundial, me refiero a Boca Juniors de Argentina. En el club
xeneixe, allá por el año 1984, vivió una de sus épocas más críticas, logrando
salvarlo del descenso. En el popular equipo argentino, tuvo competencia en su
puesto, nada menos que con el excéntrico y sensacional portero Hugo Orlando “El
Loco” Gatti, considerado uno de los mejores guardapalos en la historia del
fútbol gaucho.
Dos años más tarde, llega a “La Academia”
Racing Club, en el que logró importantes actuaciones, obteniendo la Supercopa
Sudamericana en 1988; haciéndose un nombre en el fútbol de nuestro continente.
Posteriormente, por mejoras económicas parte a uno de los grandes clubes de la
profesional boliviana como Blooming.
A inicios de la década del ´90, llega a uno
de los equipos más regulares de aquel tiempo, como Deportivo SIPESA;
institución en la que cumplió una brlllante temporada en donde llegó a los
cuartos de final de la Copa Conmebol; dejando una huella imperecedera en todo
el pueblo chimbotano.
Dada su extraordinario desempeño en el equipo
norteño, recibe propuestas de varios clubes de la capital, optando por la del
conjunto bajopontino, donde escribiera una de sus historias más memorables.
Aquí el charrúa nacionalizado peruano, consiguió su consagración, conquistando
el tricampeonato de 1994, 1995 y 1996, constituyéndose en el ídolo de la raza
celeste y perfilándose como una autoridad dentro del equipo. Brilló en la Copa
Libertadores, logrando el glorioso Subcampeonato en 1997; que a muchos, me
incluyo, hizo llorar de felicidad.
Un año antes, logró la nacionalidad peruana
en 1996, dando paso al llamado del técnico de la selección, Juan Carlos
Oblitas, cuya base eran los jugadores de Sporting Cristal; realizando fabulosas
jornadas con el combinado patrio, en aquellas eliminatorias para el mundial del
98; trabajo con el equipo de todos que en vida y de forma póstuma todos le
agradecemos y reconocemos.
Al culminar su carrera futbolística, se
dedicó a la labor de entrenador de clubes uruguayos como “Cerrito de la
Victoria”, “el Cerrito” y el “Atlético Rentista”. Estuv de vuelta por el Perú,
para dirigir a nuestro querido Juan Aurich, en la temporada 2008. Así como al
Atenas de San Carlos de la segunda profesional uruguaya, hasta marzo de este
año.
Parece que fuera ayer, aquel encuentro en el
Estadio “Elías Aguirre” entre Sporting Cristal y Aurich Cañaña, allá por el año
1994, yo tenía 12 años, en donde tuve la oportunidad de ver al legendario
Balerio y disfrutar de su juego, un momento que jamás se borrará de mi memoria.
Ya retirado, los rimenses extrañábamos tus
salidas fuera del pórtico celeste (según la crítica, el mejor golero con los
pies que ha tenido nuestro futbol), tus famosos saques, tu voz de mando, tu don
de gente y seriedad que imprimía respeto; dentro y fuera de la cancha, las
pautas oportunas que dabas al equipo, tu liderazgo indiscutible, la maravillosa
amistad que cultivaste con tus compañeros; todo ello que nos llevó a conseguir
grandiosas hazañas en el descentralizado y en la más importante competencia de
clubes de Sudamérica.
Dada tu gran humildad, nunca quisiste ceñirte
la cinta de capitán, siempre el recordado Pedro Garay y sino lo era Jorge Soto,
o por ahí Flavio Maestri, pero nunca lo fuiste, dicen tus compañeros que una
vez te lo pidió Oblitas, pero no te interesaba, quizá área tu visión de las
cosas, y tus compañeros y los hinchas como yo, lo respetábamos.
Muchas gracias, querido “Uru” por todo el
tiempo que estuviste con la celeste y con nuestra blanquirroja. Gracias por
regalarnos la ilusión de volver a estar en una final de una justa deportiva
internacional con tu “Fuerza Celeste” y de estar muy cerca de obtener un cupo
al soñado mundial de Francia 98. Hoy los fanáticos de este apasionante deporte,
te vamos a echar de menos. Tal vez como dicen los que fueron tus amigos, al
buen “San Pedro” le faltaba un arquero y por eso convocó a un caballero, que
supo ser querido y admirado en una tierra que no era la suya, pero que la
defendió como lo fuera, Julio César Balerio. Que en paz descanse…
*Licenciado en Ciencias de la Comunicación
Email: cfallafigueroa@hotmail.com
www.cesarfalla.com
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