Por: César I. Falla Figueroa*
Hace 31 años la tengo
a mi lado en esta suerte de travesía por la vida, ¡todo un privilegio! Con ella
he pasado los mejores años de mi existencia; ha sido testigo de mis éxitos y de
mis fracasos, de mis penas y alegrías, ha compartido momentos que jamás olvidaré. Estuvo en aquella noche en
que casi me voy de este mundo. Mi eterna compañera y amiga, mí ejemplo a
seguir.
Doña Esther, así le dicen los que la conocen y
Esthercita, los que la quieren y admiran. Una mujer peruana de batalla, de entereza,
de carácter y de un gran corazón. Mamá es una persona que de la nada hizo lo
imposible por intentar sacar a sus hijos adelante y me parece que lo logró.
Madre de un licenciado en comunicación y de
una muy futura licenciada en administración, dos personas de bien y al servicio
de la sociedad y que hoy gratamente es motivo de orgullo para ti; cosa que hace
17 años atrás, en épocas muy difíciles, el pensar ese escenario, era poco posible
de alcanzar. Pero ella con su obra de vida y su fuerza, nos enseñó a sus hijos y
a quienes fueron testigos de su proeza que no había imposibles y que todo en la
vida con voluntad, sacrificio y mucho esfuerzo podemos lograr nuestros más
caros anhelos.
Nos enseñaste en la práctica a amar sin
condiciones, a cultivar valores como el respeto, la honradez, la verdad, la
lealtad y la integración, a perdonar por más grande que hubiese sido la herida
o el daño causado, a ayudar a quien lo necesitará y a dibujarle una sonrisa a
la vida, en instantes donde crees que el mundo se te viene encima.
Nunca olvidaré aquella expresión “Yo sigo
adelante”, un mensaje que lo escuchamos desde muy niños y que nos tocó desde el
fondo de nuestra alma y nos impulsa por siempre a seguir en esta batalla, sin
perdernos del camino; firmes como ha sido tu vida, en busca de tus nobles
propósitos. En tu camino de lucha, personifico el trabajo tesonero y de
admirable entrega a sus hijos, que hacen muchas madres en el Perú y que día a
día se desvelan por hacer de sus pequeños, hombres de bien.
Aún, a pesar del tiempo transcurrido, tengo el
recuerdo vivo de los lugares que recorríamos juntos y que varios de ellos aún
seguimos recorriendo; la Iglesia Catedral, el Parque Principal, el Teatro, los
cines de aquel tiempo, aquella cafetería del Jirón Elías Aguirre (frente a “La
Predilecta”), los añorados centros comerciales, los viajes de paseo, entre
otras enormes experiencias.
Estuviste presente en los momentos más especiales
de mi vida; mí primera comunión, la entrega de mis diplomas en la escuela, en
las actuaciones de primaria, cuando recibí mi título universitario, en mí
colegiación, en fin; una serie de inolvidables vivencias que han marcado mí
vida.
Amigos, esta es mi madre, un ser excepcional
lleno de amor y de paz; que vivirá eternamente en mi mente y en mi corazón. Así
es mamá, una mujer para la historia; con un accionar propio de las madres
peruanas; trabajadora, entregada a sus hijos, magnífica hija y extraordinaria
amiga. Que nos entregó su fe, su paciencia, su compresión, su alegría y juventud. Eres el ser que me dio la vida y
por el cual estaría dispuesto a
entregarla.
Aquí, aprovecho para decirles a los más
jóvenes y a los no tan jóvenes, a que quieran y que den el valor que le
corresponde al ser que tienen lejos o al lado, a aquella señora que siempre
tiene en su corazón algo que ofrecernos, a aquella viejita que luce con alegría
o con resignación su cabello blanco; como prueba fiel de que los años no pasan
en vano y que esperan ansiosas un beso o un abrazo, después que ya no esté con
nosotros, ya no va haber lugar a lamentos.
Disculpen lo pretensioso que puede resultar
este artículo, pero he querido compartirles mi sentimiento hacia el ser que me
dio la vida, que más amo y que imprimió en mí el carácter indomable para no
doblegarme frente a la adversidad, a que no muera la fe y a mantener supérstite
el espíritu de conquista de lo trazado.
A ti mamá, gracias por todo lo brindado en
especial por tu cariño, por tu compañía por tu consejo y por tu tiempo y deseo
con todo el amor de este mundo que tengas ¡un hermoso día! además de prometerte
honrar siempre tu nombre y rendir un homenaje eterno a tu egregia presencia.
Saludo que alcanza también a todas las madres de nuestro país. ¡Feliz Día Mamá!
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
Email: cfallafigueroa@hotmail.com
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