Por: César I. Falla Figueroa*
Hoy en día, con frecuencia se habla de la
Universidad y su acercamiento a la comunidad, por eso es que existen áreas como
Extensión Universitaria y Proyección Social, que vienen siendo concebidas y
perfiladas con una interesante filosofía de trabajo, como es la de Aprendizaje
– Servicio. Programa educativo que combina el currículo académico con el
servicio social; promovido con énfasis en las casas de estudios superior.
Estamos frente a una metodología pedagógica que integra el servicio comunitario
con la educación y el autoconocimiento, como vehículo para complementar la
experiencia educativa; a través de actos como: enseñar ciudadanía, generar un compromiso y un vínculo social con la
comunidad de por vida y fomentar el bienestar común de las colectividades.
Entre las características más resaltantes de
este revolucionario método estudiantil, encontramos las siguientes: Conexiones curriculares: aquí los
estudiantes aprenden y se desarrollan, integrando el aprendizaje a una
propuesta de servicio. Participación de
los estudiantes: los jóvenes tienen la oportunidad de seleccionar, elaborar
y aterrizar en la realidad con el respectivo monitoreo, la actividad a emprender.
Reflexión: Se van generando
oportunidades; encaminadas a pensar, conversar y plasmar en blanco y negro la
experiencia de servicio. Y un aspecto muy interesante, los jóvenes en el día a
día van tomando conciencia de la importancia y el impacto que tiene en la
comunidad su trabajo.
Alianza
con la comunidad: El
lazo que vaya tejiendo la universidad con los sectores de la sociedad,
posibilita identificar necesidades reales, guías y medios para el éxito del
proyecto. Verdaderas necesidades
comunitarias: Esta metodología está concentrada básicamente en la atención
de las necesidades del colectivo social. Responsabilidad
cívica: Propicia desarrollar responsabilidades frente a la solución de
problemas y desafíos de la comunidad. Evaluación: Posee instrumentos de
evaluación bien organizados con una retroalimentación basada en la reflexión;
brinda información clave, respecto a los resultados positivos del aprendizaje y
del servicio.
El aprendizaje – servicio parte de la
innovación, contando con elementos vitales y muy utilizados, como: el servicio
voluntario a la comunidad, la adquisición de conocimientos, de habilidades y la
forja de valores; que van construyendo la escuela y la universidad con una
clara sensibilidad y compromiso social. Un factor estratégico en este proceso
es la formación ciudadana, ya que a través de esta labor; se logra una
colectividad informada, responsable, activa y
unida, que va permitir ejecutar proyectos dirigidos al bien común.
Hay que entender la tarea de Aprendizaje –
Servicio como una actividad preponderante; que promueve la educación en
valores, la toma de decisiones, así como nos va preparando en un conjunto de
pautas que incorporan sentimientos, pensamientos y comportamientos, en función
a los valores que los estudiantes hayan cultivado, persiguiendo la autonomía y
la formación integral de los jóvenes universitarios. Según diagnósticos de
científicos sociales, manifiestan que los seres humanos retenemos lo aprendido,
en los siguientes porcentajes: el 10% de lo que oímos, el 15% de lo que vemos,
el 20% de lo que vemos y oímos, 80% de los que experimentamos activamente y el
90% de lo que enseñamos, ello nos refleja la relevancia del aprendizaje –
servicio para alcanzar una mejor formación superior y contribuye a conseguir la
tan ansiada calidad académica.
Esta grata aventura, trae enormes beneficios
para nuestros jóvenes universitarios como es el hecho de incrementar la
motivación, permitir percibir nuevos sentidos al aprendizaje, la aplicación de
conocimientos teóricos en contextos reales y el fomento de nuevos aprendizajes.
Y esto marca un acontecimiento sin precedentes en la historia de la educación
universitaria, dado el gran salto académico y de proyección social que se logra
con la ejecución de esta práctica educativa.
Un hecho que estimo trascendente es la opción
que tienen los estudiantes de lograr mejoras en su interacción con la sociedad
y por ende con diversos tipos de públicos; puesto que en la actualidad
observamos a una juventud encapsulada en su propia mundo, o con un muy limitado
círculo social, que le impide llegar a un crecimiento personal y profesional
acorde a su edad y a sus perspectivas de progreso. A su vez, tenemos la
oportunidad de desarrollar actitudes pro-sociales y fortalecer la capacidad de
salir adelante a pesar de las adversidades y transformándolas en positivo, lo
que llamamos como resiliencia; teniendo como pilares: la autoestima, compromiso
moral, independencia, iniciativa, creatividad, capacidad de relacionarse y la
debida introspección.
En este campo queda un reto fundamental, para
los líderes de la comunidad universitaria, como es: Garantizar la continuidad y
sostenibilidad en el desarrollo de los proyectos; entorno a la propuesta
materia de este artículo. La integración de los proyectos en los planes de
estudios de las universidades. La comunicación con el conjunto de los
estudiantes, como base de la evolución correcta de este trabajo y con el ánimo
de aunar esfuerzos. Así como el trabajo mancomunado de instituciones con
organizaciones de la comunidad.
En la Universidad Señor de Sipán se viene
realizando una labor muy resaltante en este quehacer académico y social, que se
ha ido ejercitando en el área de formación general; dirigida por docentes muy
de la mano con sus estudiantes. Entiéndase que esta tarea no solo está abocada
a atender la necesidad de los destinatarios del servicio, sino también está
diseñada al aprendizaje de los propios estudiantes. Los estudiantes sipanenses
viven la experiencia de aplicar lo aprendido en las aulas, a su propia
comunidad; hecho que la configura como un episodio de sus vidas maravilloso y
que marca su paso por las aulas, constituyéndose en una esperanza para quienes
llevan su palabra y su acción.
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
www.cesarfalla.com
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