Por: César I. Falla Figueroa *
En mi época de primaria, al salir del colegio,
me prestaba luego del almuerzo y de responsablemente hacer mis tareas y/o
estudiar, a espectar “el Chavo del Ocho”, en su casa televisora nacional de
siempre “América Televisión”. Recuerdo aquel ambiente de la legendaria “casa
encantada” de la Av. Sáenz Peña, testigo de mi época dorada de la infancia, en
la que me sentaba “casi religiosamente” desde las 6:00 p.m. hasta las 7:00
p.m., en la querida tele blanco y negro de 12 pulgadas, muy concentrado a
disfrutar de lo mejor del talento de esta mente brillante, que nos hizo reír y
nos hizo llorar, como aquella tarde que me enteré de su partida.
Pero soy sincero en decir, que el personaje
que me causó mayor impacto fue “El Chapulín Colorado”, por el simple y
maravilloso hecho que lo trasmitían los domingos por la mañana y era el momento
que precisamente lo compartía con mamá y porque sus escenas eran tan como
nuestras con características y códigos muy similares a la cultura nacional y
local. ¡Yo! ¡El Chapulín Colorado!, era como el momento cumbre de millones de
seguidores, era la esperanza de que el problema a los que se enfrentaba tenía
solución, en la que se iba hacer justicia tarde o temprano y que existía un
héroe que muy a su estilo, se enfrentaba a los bandidos en defensa nuestra. “La
Chicharra Paralizadora”, era una de las armas de lucha de este super héroe, que
estatizaba a quien había que disuadir alguna acción malintencionada y a su vez
castigar, con la misma moneda, a modo de ridiculizar a quien cometía la falta. Como
olvidar aquel álbum tan especial de la década de los ’80 que lo vi, casi
contemplé en esa pequeña y bella librería ubicada también en la Av. Sáenz Peña
y que anecdóticamente no pude comprar. Ilustración que tenía una portada
extraordinaria; multicolor y que reflejaba la unidad que inspiraba esa latina
vecindad.
Una serie muy especial, cuyo nombre no
recuerdo, que me inquietaba sobre todo cuando el actor Ramón Valdéz preparaba
el cabello del “Chompiras”, su eterno compañero de múltiples fechorías y luego
le aplicaba una “soberana” cachetada como reprimenda ante una acción
desafortunada o que simplemente era incoherente frente a lo que estaban
tramando. Ese peinado (tipo libro) del más emblemático comediante, quedo en mi
retina por siempre y era como fiel testimonio de fidelidad y sumisión a quien
era el cerebro de las operaciones delictivas, ¡era muy gracioso! O el clásico
“Doctor Chapatín” que nos dejó una frase que hace mucho tiempo tomé para mi
vocabulario personal, como es “Me da Cosa”, a modo de un acto vergonzoso que
otros pueden traducir como un gesto de fastidio para ejecutar algo o el solo
pensar en realizar una determinada acción. Un entrañable viejito que se veía
burlado por la mayoría de sus pacientes pero que hábilmente sabía poner en su
lugar a quien intentaba pasarlo por encima.
Un personaje que tengo la impresión fue el
más elegante de las propuestas artísticas del genio “Chespirito” y que me causó
muchísima simpatía, fue coincidentemente el periodista “Vicente Chambón",
quien desempeña la labor de reportero para el Diario “La Chicharra”. Distraído
hombre de prensa, que estaba a la conquista de noticias hilarantes para su
“prestigioso” medio de comunicación. “Cándida” era su fotógrafa, interpretado
por la inseparable, Florinda Meza y el papel de Editor - Jefe fue “Don Lino”,
interpretado por el actor de nota; Rubén Aguirre. El Barril del “Chavo del
Ocho”, es otro de los elementos sustanciales pertenecientes a esta gran
simbología que nos ofrecía “La Vecindad”, como signo representativo de la
precariedad que rodeaba al niño desamparado, pero también podría significar el
espacio en donde este querido infante, depositaba su fe y su esperanza en un mejor porvenir. Es increíble
que no pudiéramos pensar en “el Chavo”, sin este objeto que marcó su rasgo
distintivo de este referente infantil.
La presencia de “Chaparron Bonaparte” se suma
a la lista de exitosas apuestas televisivas de Gómez Bolaños que buscaba
encarnar al amigo fiel y al trato cálido e inocente hacia su compañero “Lucas
Tañeda”, otro personaje desarrollado por su gran amigo en la vida real; Rubén
Aguirre y como no mencionar a la vecina que no dudaba en molestarlo por una
tasa de azúcar. Es este personaje de “Chaparron” el que inmortaliza el
movimiento más superlativo de los creados por “Chespirito”, la famosa
“Chiripiorca”, sin dejar de dar el valor que corresponde a “La Garrotera”; pero
considero que “La Chiripiorca”, fue lo más relevante de este astro mexicano,
por su contundencia, por el despliegue físico y en cierta forma, por su
duración. También nos deja sus películas, grandes aportes en el género
cinematográfico. Aún tengo vivo el recuerdo de esta cinta llamada “El Chanfle”
(utilero del legendario equipo mexicano “América”), que mostraba a un ser
integro, que honraba sus compromisos y que se constituía en una figura cuyo
rostro por si solo nos arrancaba una sonrisa y que por encima de todo, lo que
primaba en este personaje, era la definición práctica - internalizada de los
valores que en el afamado “Chanfle”, era común encontrarlo y que al final por
sus actos logra ascender como entrenador del equipo infantil de “Las Águilas
del América”. La película tuvo dos versiones, de similar éxito.
México, Perú, América Latina y el Mundo, no
cesan en llorar, recordar su obra y a su vez en brindarle un sincero homenaje
en los diversos medios de comunicación a este supérdotado de la comicidad.
Aprecié, hace poco, una tira cómica en un diario nacional dedicada a este mega
talento azteca. Cuyo mensaje nos trataba de decir que siempre hemos reído al
ver a esta personalidad ecuménica y hoy al fijarnos en su imagen, nos
encontramos muy tristes, casi sin consuelo por su partida. Sin duda, un trabajo
artístico que consolida los sentimientos que se ponemos de manifiesto por este
tiempo. Ayer, en las primeras horas de la tarde; se fue uno de mis maestros más
importantes que pude tener en la vida. Gracias por las alegrías que nos
causástes día a día, por los episodios de reflexión que tuvimos gracias a tus
brillantes historias; llenas de amor, de perdón, de solidaridad, de amistad y
de fe en un mundo mejor. ¡Que en paz descanse, Don Roberto Gómez Bolaños!
*Licenciado
en Ciencias de la Comunicación
www.cesarfalla.com
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