Por: César I. Falla Figueroa (*)
Gracias a la televisión de
paga, en su momento, tuve la oportunidad de ver una serie que causó furor en su
tiempo y ha quedado para siempre como un clásico que marcó toda una generación,
esa es la historia de Starsky y Hutch.
Producto televisivo
norteamericano de la década del ’70, resultado de la inspiración del guionista
y productor de Tv, William Blinn y transmitida entre 1975 y 1979 en la
reconocida cadena ABC. Y que por supuesto mi padre, me la recomendó.
Se trata de la vida de dos
detectives de policía de civil californianos, el castaño David Starsky (Paul
Michael Glaser) y el rubio Kenneth “Hutch” Hutchinson (David Soul) quien era el
más reflexivo de esa fantástica dupla.
En las peligrosas calles
estadounidenses de aquella época, distinguían a esta pareja por manejar un
veloz, vistoso y bello Ford Gran Torino rojo con un largo dibujo de un rayo blanco,
propiedad de Starsky del cual se siente muy orgulloso de ser su dueño.
Starsky y Hutch, tenían un
jefe; el capitán Harold Dobey (Bernie Hamilton) y el contacto infaltable como
en todo trabajo detectivesco, un excéntrico hombre negro Huggy Bear (Antonio
Fargas).
El hilo conductor de esta
serie, como es natural, es la acción en la cual aquel Gran Torino (carro) se
constituye en un pilar importante para el ejercicio de su labor.
Así como la relación que
sostienen los actores principales y secundarios que descansa en el humor, hecho
que le brinda un ingrediente interesante para la acogida de la serie. En esa
medida, las hermosas y encantadoras jóvenes que desfilan en cada capítulo, son
un aporte elemental.
El vestuario también tiene
su propio espacio, marcando la personalidad de cada uno de los personajes
elegante como la del Capitán Harold, juvenil para la época como la de los dos
protagonistas y extravagante como la de Huggy Bear, de acuerdo a lo que pude
percibir.
Considero que el humor fluyó
en la serie, debido a una de las grandes fortalezas de esta historia que puedo
advertir como comunicador, que es el carisma de sus personajes principales y
también de los secundarios. Es evidente que esta característica afloró más allá
del personaje que cada uno interpretó. Ello, sin duda enriqueció este trabajo.
La historia de Starsky y Hutch,
tuvo un notorio impacto en hispanoamérica, alcanzando popularidad y un
rutilante rating en varios países hispanohablantes, constituyéndose en el Perú
como una de las series de mayor recordación.
Por el año 1977, la
violencia en televisión estaba en todo su apogeo; situación que comenzó a
preocupar a los estadounidenses, empujando a los escritores a que anulen escena
de acción, apostando por una orientación más romántica, utilizando
sustancialmente a Starsky para que sostenga efímeras relaciones sentimentales.
Conecté con esta serie, tal
vez por la afición que tengo por el pasado. Starsky y Hutch me permitió conocer
en parte a una sociedad norteamericana conflictuada, con crímenes,
narcotráfico, violencia y abuso; hechos que representan un cáncer para la
sociedad, a pesar de que dicha serie tiene un tanto de ficción por el propio
peso del producto televisivo.
Hay algo me llamó mucho la
atención de esta famosa serie, que es la relación del capitán con sus
detectives, puesto que a pesar de la “sequedad” con la que trataba a sus
hombres se podía visibilizar el paternalismo que ejercía sobre sus pupilos y un
ejemplar liderazgo basado en la integridad con la que se mostraba el jefe
policial.
Se trata de un clásico de
todos los tiempos tal como lo fue “El Gran Chaparral”, “Bonanza”, “La Familia
Ingalls”; de grata recordación por generaciones de antaño como la de mi tío
Felipe que al conversar con él y escuchar de mi propia boca “Starky y Hutch” le
arranqué una sonrisa, como suspiro de un lindo recuerdo.
En lo particular, me
encantaría que retornen series como la referida, pero sé que es difícil. Tal
vez porque mi gusto no lo comparte la mayoría. Hoy la tendencia va más direccionada
a series cómicas de corte familiar y eso hay que entenderlo, puesto que… “los
tiempos cambian”. Pero a veces creo que es conveniente proponer y desafiar a la
audiencia.
Hoy, Paul Michael Glaser y
David Soul siguen cultivando una gran amistad, me atrevería decir que hay una
relación de hermandad y esto se refleja en una de las gráficas tomadas por los
periodistas norteamericanos en la que se aprecia a Paul conducir en su silla de
ruedas a David, puesto que en la actualidad este último tiene problemas para
caminar.
En su país (EE.UU.) el
público, de todas las generaciones, lo tiene muy presente y a donde van son
recibidos con mucho cariño y gratitud por los bellos momentos que los hicieron
vivir.
*Licenciado
en Ciencias de la Comunicación
Magister en Ciencias de la Comunicación
www.cesarfalla.com
Puedes ver este artículo en: https://migaceta.com/starsky-y-hutch-una-serie-que-dejo-huella/
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