Por: César I. Falla Figueroa*
En tiempos de mi
adolescencia y a inicios de mi juventud, la Biblioteca Municipal de Chiclayo,
se convirtió, en mi segunda casa. Por ese entonces, fue mi lugar favorito para
disfrutar de una buena lectura, me era muy útil para resolver mis tareas de la
escuela, eran épocas en que no había internet, al menos, aún no había llegado a
Chiclayo. Google era un término desconocido; si lo llegamos a escuchar, más nos
sonaba a nombre de golosina.
Eran momentos en que hacer
una tarea, no era cosa de copiar y pegar, sino de tomarse su tiempo, coger un
libro y echarse a buscar la información requerida (aun con libros que
sobrevivían por su prestigio y tradición), para luego lapicero en mano, tomar nota
de lo que necesitábamos.
Por esos años, mi querida Biblioteca
Municipal “José Eufemio Lora y Lora”, era muy concurrida, pues se sumaba no
solo los adolescentes que iban a desarrollar sus tareas de la escuela, sino los
infaltables amigos que se prestaban a dar el
examen de admisión de la universidad pública. Era el escenario perfecto
para la reunión de sus círculos de estudio, siempre con entusiasmo y embrujados
por esa atmósfera de estudio que se vivía en ese espacio, sin la presencia de
oficinas administrativas, ajenas al propósito para el cual fue creada.
Luego del terrible incendio perpetrado
a nuestro Palacio Municipal, el pasado 7 de setiembre del 2006 “no se les
ocurrió, mejor idea” a nuestras autoridades que llevar las oficinas
burocráticas de la municipalidad a los ambientes de la cuadra 1 de la Av. Grau.
A partir de ese hecho, nuestra biblioteca ya no fue la misma, perdió su
encanto, su mística, su magia y el número de lectores que albergaba en el
pasado.
Dejo de ser aquel recinto
sagrado, para convertirse en tierra de nadie. Con el colmo de los colmos, que
hasta los propios empleados ediles (un sector de ellos) conversaban de lo más
normal, en la que fuera la sala principal de lectura (ahora, única sala); ya no
solo era la imprudencia de uno que otro mozuelo; sino también la de los mismos
servidores públicos y lugar de espera de chiclayanos que van con la intención
de efectuar alguna gestión en la comuna.
Algo especial que tiene este
lugar, es la buena y hasta magnífica relación que tuvimos y que hasta ahora
cultivamos con el bibliotecario, la mayoría grandes amigos como el Sr. Rojas,
todo un símbolo en este escenario estudiantil o excelentes personas como el Sr.
Félix, con los que siempre nos unió nuestra pasión por los libros, la
predilección compartida por estar vinculados a la biblioteca municipal y
nuestro inmenso cariño por Chiclayo.
En estos últimos años, se
han ido registrando pequeños, pero no menos importantes, avances en la
convivencia de los que concurren a la Biblioteca; colocando señales que evitan
el diálogo y el uso de celulares, gestos que aminoran “el pandemonio” en el que
se ha convertido este sitio, tan especial y emblemático para los que realmente
queremos a Chiclayo, hoy reducido (físicamente) a su mínima expresión. Así como
las atenciones, que siempre le ha dado la Subgerencia de Educación y Cultura de
nuestra comuna.
Esperemos que con el
traslado de las oficinas ediles al local de la Ex – Mutual Chiclayo, se ponga
fin a esta grosera y desatinada invasión de la Biblioteca, que ha significado
una tremenda falta de respeto a los chiclayanos que aspiramos a que la Ciudad
de la Amistad, alcance un real desarrollo cultural, que hasta la fecha nos ha
sido negado y que aún nos falta trabajar mucho más para lograrlo.
La aprobación de cerca de
S/.300 mil soles por parte del gobierno local para el mejoramiento de los
servicios de esta importante sede, incorporado en el Presupuesto Participativo
del Año 2014, es un paso adelante. De cumplirse esta importante medida,
serviría para atender las múltiples necesidades que tiene esta fundamental plaza
de la educación y la cultura. Según lo que he podido informarme, esta partida
financiaría, será destinada a actividades de mantenimiento, conservación y
mejoras de este histórico local; esperando que entre sus prioridades esté la
actualización de los libros ya que la gran mayoría de los que cuenta ahora, han
perdido vigencia y cuyos conceptos pertenecen al pasado.
Una ciudad con la historia y
la importancia social, cultural, comercial y económica de Chiclayo, merece un
centro del saber con la suficiente actualización de su material bibliográfico,
un adecuado nivel tecnológico, las condiciones necesarias para hacer
investigación y los debidos estándares de calidad, a la par de las ciudades más
importantes del país y del mundo. Así como tener la esperanza de contar
nuevamente con el Club Amigos de la Biblioteca Municipal, que la revitalice y
que la haga respirar educación y cultura, en todos sus ambientes, ese debe ser
el reto.
La juventud lambayecana y en
especial chiclayana, necesita de un espacio con las características en mención.
De esa manera, la institución más importante de una ciudad como lo es la
municipalidad; está contribuyendo a la formación de una nueva generación que
tiene que prepararse para asumir mayores desafíos, en bien de nuestra
provincia, del departamento y del país.
Ejemplos como lo realizado
en la Biblioteca Municipal de la ciudad de Trujillo, es digno de imitar y
superar, lugar con más de 16 mil ejemplares al servicio de sus lectores, buena
parte de ello, se trata de bibliografía actualizada, contando con una competente
página web, que bien podría tener la nuestra. Asimismo, cuenta con una
biblioteca infantil, contando con material audiovisual con temas culturales y
diccionarios enciclopédicos. Además de efectuar actividades educativas, como:
lectura en parques, coloquios, concursos, entre otros.
Ya en el exterior, tenemos
paradigmas que nos deben servir para proyectarnos a largo plazo, como lo son
las Biblioteca Municipales de la Coruña (España), con servicios como: Salas
infantiles y para adultos, catálogo informatizado, Wi – Fi, atención a personas
sordas, atención a bibliotecas escolares, entre otros relevantes servicios.
La Red de Bibliotecas
Públicas Municipales de Madrid (España), conformada por servicios centrales y
30 bibliotecas de distritos, junto a módulos de extensión bibliotecaria en el
metro, llamada Bibliometro y en otros locales de acceso público como la
Bibliored. Así como, las bibliotecas municipales de Zaragoza (España) que
cuenta con significativas publicaciones periódicas y un sustancial material
audiovisual.
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
Email: cfallafigueroa@hotmail.com
www.cesarfalla.com
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