Por: César I. Falla Figueroa
En mi historia, para ser
sensato han sido muy pocos los líderes nacionales que he visto exponer muy bien
ese arte maravilloso, llamado oratoria. El primero que viene a mi memoria es el
ex presidente Alan García Pérez, más allá de que podamos tener una opinión
favorable o desfavorable sobre sus dos gestiones de gobierno, tenemos que ser
hidalgos en reconocer sus grandes dotes de comunicación y su gran manejo de auditorio,
en los diversos escenarios donde le toca participar. Otro de los grandes de la
oratoria en nuestro Perú contemporáneo es el fundador del Partido Popular
Cristiano, Luis Bedoya Reyes; cuyo modo de expresarse está muy ligado al humor
criollo, con cierta ironía, acompañado de un importante nivel de comunicación.
Como comunicador, creo
fundamental que hay que desarrollar esta forma bella de hablar, desde la
educación primaria. Es importante que nuestro sistema educativo contemple en su
currícula esta práctica, a manera de actividades, en la que se pueda involucrar
en este quehacer, a profesores de cursos como: Lenguaje y Literatura o lo que
se denomina en la educación actual, como Comunicación Integral. Es deprimente,
como podemos ver a alumnos, estudiantes y señores profesionales, que carecen de
la más mínima forma adecuada de expresión.
Desde mi óptica, este campo
del saber debe ser cultivado por todo profesional, en especial por los que
tengan el interés de ser expositores o conferencistas en un futuro, a nivel de
capacitadores o como integrantes de mesas de discusión o de debate. La
oratoria, es sumamente necesaria, no sólo en los espacios académicos
institucionales y políticos; también lo es en el ámbito personal. Esto quiere
decir en reuniones con la familia, con amigos, en reuniones de enorme
relevancia como la celebración de la obtención de un título profesional, la
celebración de un aniversario de matrimonio, nuestro cumpleaños, en fin una
serie de acontecimientos de mucho significado en nuestras vidas; que requiere
de nuestra participación como protagonistas del acto o como vinculados
indirectamente con el mismo, o simplemente como profesionales que tienen algo
que aportar.
Esta especial forma de
hablar, es en muchos casos heredada de los padres y en sí de algunos de
nuestros antepasados. Pero también, se logra a partir de un trabajo educativo planificado
y responsable; puede ser ejercitado desde una temprana edad. Para ello se
necesitan docentes capacitados, maestros con actitudes y aptitudes para saber
trasmitir su experiencia y conocimientos, teniendo como base de este proceso,
su trayectoria de vida y por supuesto su facilidad para llegar al alumno, clave
para el desarrollo del aprendizaje. Aquí es importante que el orador, quien
tenga la responsabilidad de brindar los mensajes o discursos a un determinado
público objetivo; que muchas veces suelen ser: los presidentes, directores,
jefes o gerentes; según los escenarios donde se desempeñen, tengan las ideas
claras de lo que quieren transmitir a sus interlocutores y manejen un lenguaje
acorde con el nivel educativo – cultural, de a quienes se dirige. De lo
contrario, tendrán como destino el fracaso.
Además de una sólida
personalidad, es necesario que el orador cuide su apariencia personal (imagen
personal y una vestimenta adecuada) Así como una buena voz y clara dicción.
Pero también es capital que este personaje, tenga entre una de sus principales
características, las siguientes: puntualidad, simpatía, tolerancia, buen
sentido del humor, autocontrol, comprensión, sutileza, cortesía, entre otros.
De igual forma, contar con cualidades intelectuales como: agilidad mental,
poder de observación, concentración y memoria, criterio, iniciativa, entre
otros argumentos. Siempre de la mano, con un buen diccionario, que debe
constituirse en una herramienta para la formación de un orador competente.
Comunicación, es sinónimo de
integración y desarrollo. La sociedad está cada día más incomunicada, por la
influencia de una serie de factores, entre ellos: las redes sociales (mal enfocadas),
la televisión (sin ninguna perspectiva de desarrollo), la presencia de
videojuegos (con mucha violencia en los niños). Los vídeojuegos que les ofrece
internet a infantes y jóvenes (que no les deja nada bueno a la humanidad); son
distractores y los estimulantes de esta involución social; constituyéndose en
espacios que bloquean la integración, el progreso y desarrollo de una nación.
En nuestro país, urge una sociedad que se comunique, y que se comunique mejor.
Trabajemos comunicadores, periodistas, psicólogos, sociólogos, educadores,
entre otros profesionales; en esta transcendental labor y es ahí donde la
oratoria, cumple un rol primordial. No podemos renunciar a vivir en comunidad,
regresemos a las reuniones entre vecinos; al diálogo abierto y amigo. Así como
aprender a compartir nuestras alegrías, tristezas y aspiraciones y para ello
una manera correcta de hablar, es muy oportuna para este noble propósito.
El Perú necesita de líderes
que sientan lo que dicen, que sensibilicen a su foro, que persuadan para
apostar por el bien, que busquen conmover y llamar a la acción. Pero una buena
oratoria tiene que sostenerse sobre sólidos principios y valores, que vean a
este personaje no solo como un excelente discursista sino como un verdadero agente
de cambio, como un ejemplo para la sociedad, en especial para la niñez y
juventud.
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
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