Por:
César I. Falla Figueroa*
Cuenta mamá que era uno de
las personalidades más carismáticas de aquellos tiempos. Un hombre que con su
sola presencia, atraía miradas y llamaba mucho la atención; al menos eso es lo
que ella y muchas otras personas podían advertir en televisión y de sus propias
experiencias, merced a su buen humor, encanto y magnetismo. Con un mensaje de
amor y trabajo por su país, que sintonizaba de maravilla con un gran sector del
pueblo norteamericano y del mundo, que tenía la oportunidad de apreciar sus
palabras.
John Fitzgerald Kennedy;
nació en Brookline, un estado de Massachusetts (Estados Unidos), un 29 de mayo
de 1917. Era el segundo, de una extensa familia de 9 hermanos, entre ellos los
famosos Robert “Bobby” Kennedy (senador junior, candidato a la presidencia en
1968, también asesinado), y Ted Kennedy
(senador senior por el estado de Massachusetts, fallecido por un tumor cerebral
maligno). Joseph Patrick Kennedy, su
padre (influyente empresario, diplomático y una figura política en su país); se
encargó de inculcar en todos sus hijos una firme disciplina y un sano
espíritu de competencia. Estudió en la Canterbury School de Connecticut y luego
en la Universidad de Harvard, la carrera de Relaciones Internacionales. Además
de servir en la II Guerra Mundial como oficial de marina.
Marcó su debut en la
política como miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, por
el distrito de Massachusetts, posteriormente se convirtió en Senador por dicho
distrito. En 1960 con 43 años de edad fue candidato presidencial por el Partido
Demócrata, venciendo a Richard Nixon. Al año siguiente, se encumbró en el
segundo presidente más joven de su patria, después de Theodore Roosevelt y el
trigésimo quinto mandatario de su país.
Kennedy en su discurso inaugural,
luego de su juramentación como presidente; expresó la necesidad de que los
ciudadanos estadounidenses se comprometan más con su país, pronunciando una de
las frases más recordadas de la política mundial: “No preguntes lo que tu país
puede hacer por ti, pregúntate lo que tú puedes hacer por tu país”. Asimismo
pidió a las naciones del globo, a luchar, contra lo que este histórico
personaje, llamó el enemigo común del hombre: la tiranía, la pobreza, las
enfermedades y la guerra misma.
Denominó a su política
interna “La Nueva Frontera”: libertad, individualismo, tierra de oportunidades
y orgullo americano; en donde prometía fondos destinados a la educación,
atención médica para la tercera edad, la intervención del gobierno para detener
la recesión de aquella época y poner coto a la discriminación racial. El líder
máximo del emblemático Partido Democrático, durante su mandato puso fin a un
periodo de severa política fiscal, mantuvo los tipos de interés y promovió el
crecimiento de la economía.
JKF murió asesinado el 22 de
noviembre de 1963 en Dallas, Texas (Estados Unidos) a manos de Lee Harvey
Oswald, mientras realizaba una visita política, en momentos en que atravesaba
el centro de Dallas en una limusina decapotada. En 1976, se estableció el
Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos, con el objetivo de investigar el
asesinato del presidente Kennedy. La labor se realizó hasta 1978 y en 1979, se
emitió el informe final. Aquí se determinó que Kennedy fue ultimado como
consecuencia de una conspiración, en la que se involucraron varios órganos del gobierno norteamericano.
Según nos relata la
historia, el departamento de Justicia, el FBI (Buro Federal de
Investigaciones), la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y la Comisión Warren
(establecida el 29 de noviembre en el año del magnicidio, por el presidente
Lyndon B. Johnson, para investigar el asesinato de Kennedy), fueron duramente
criticados por el Comité antes mencionado, por tener un pobre desempeño en las
investigaciones realizadas y el Servicio Secreto, fue tildado de deficiente en
su protección al Jefe de Estado.
En el libro “El legado de
Kennedy” de Wesley Pedersen, en el prólogo hecho por Dean Rusk señala que el
más connotado miembro de la poderosa familia Kennedy, “… esperaba vehementemente la promesa del futuro, entiéndase, la
promesa de una paz duradera, de la conquista de la vastedad del espacio por el
hombre, de un “gran proyecto”, en el cual los estados más prósperos del orbe se
unirían para brindar su ayuda a las naciones más nuevas, en proceso de
desarrollo, de los mismos derechos para todos los hombres de todas partes del
mundo”.
Los restos del presidente
más recordado de la historia de los Estados Unidos, descansan junto a su esposa
(la glamurosa Jacqueline Kennedy) y sus hijos menores, en el Cementerio Nacional
de Arlington (Virginia). Su hermano Robert, está sepultado cerca del lugar. Su
tumba está iluminada por lo que se denomina “llama eterna”. Con la desaparición
física de este gobernante; de espíritu jovial, culto y moderno, murió uno de
los íconos de las aspiraciones y esperanzas estadounidenses. El sueño americano
se vio conmovido por este trágico suceso, que por estas fechas se conmemoran
los 50 años de su partida, que cobró una enorme repercusión en todo el planeta;
ya que este hombre, representaba el optimismo de la década del ´60.
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación
Email: cfallafigueroa@hotmail.com
www.cesarfalla.com