Por: César I.
Falla Figueroa (*)
Hace unos meses la
iglesia desarrollo, como todos los años, uno de los eventos más importantes de
nuestra Juventud, me estoy refiriendo a la Jornada Mundial de la Juventud
versión 2013. Magno evento, que se realizó en la ciudad de Rio (Brasil),
congregando a una multánime cantidad de jóvenes de todas las naciones que
fueron al encuentro del Papa Francisco, quien se mostró muy conectado con los
asistentes, reafirmándolos en su compromiso de fe de seguir a Jesús.
Jorge Mario
Bergoglio, al frente de un mar humano de muchachos entusiastas y optimistas,
expresó que la verdadera riqueza es el amor de Dios compartido con todos los
hermanos; tratando de concientizar a los participantes en fortalecer su
esperanza en un mundo unido por este maravilloso sentimiento, dejando de
vincular la felicidad o tal vez el alcance del éxito, en función a la cantidad
de dinero que tenemos, dejando de lado aspectos de la vida que realmente nos
llena como personas y nos motiva a seguir adelante.
El Sumo Pontífice,
los invitó a seguir a Cristo llevando su cruz, entendiéndose como desempeñar el
rol de voceros del mensaje de Jesús por la tierra, generando caminos de fe y
esperanza, y que precisamente hoy, hace mucha falta en el mundo. Espacio en el
que reina el desánimo, la incredulidad y la desesperanza, que detiene nuestra
ruta de vida y que nos aleja del Creador. Los jóvenes son los llamados a
devolver estas dos virtudes a la humanidad, tenemos que inyectarle la alegría
en un mañana mejor; invitarlos a trabajar en esta noble causa, no podemos cejar
en este propósito. El Papa, calificó su vivencia en Brasil, como una nueva
etapa en la peregrinación de los jóvenes de los continentes, con la cruz de
Cristo.
La juventud que se
dio cita en la siempre contagiante y atractiva ciudad de Rio de Janeiro,
manifestó de lo que significa la magia de compartir la unión de Nuestro Señor
en esta transcendental cita, en el hecho de compartir un tiempo muy especial
con otros jóvenes sudamericanos, centroamericanos y europeos, socializando
culturas, costumbres, conceptos, pero unidos por el amor a Cristo,
conformándose un real espíritu de hermandad entre ellos.
Aquí recojo, lo
expresado por un voluntario boliviano, el cual señala que ha sido para él una
gran sorpresa convivir (en plena JMJ), con personas de Siria y Egipto, con
culturas y formas de vida tan disímiles, como si fueran de una misma
nacionalidad, porque están unidos a través del idioma de la fe y de dar su
servicio al Señor. Un hecho maravilloso y que refleja que un sentimiento tan
puro como el que tenemos a Jesucristo, puede vencer todo tipo de barreras y
hacer realidad lo inimaginable.
En la playa de
Copacabana, simpático escenario de la edición 2013 de esta Jornada, Francisco I
pidió a los presentes colocar a Cristo en sus vidas, poniendo al Señor en su
corazón; a manera de sanar las heridas del pecado y orientándolos a poner Amor,
Fe y Esperanza en su diario trajinar, como buscándole un sentido a nuestra
vida. Este mensaje papal, cobra importancia en tiempos en que hay buena parte
de esta juventud que necesita cultivar
estos valores, que reencamine su trayecto, en pro de su desarrollo personal y
colectivo.
Cabe señalar que un
aproximado de 250 jóvenes, desarrollaron una presentación artística para el
Papa, así como la realización de la ceremonia de las banderas, en la que se
presentaron los 175 países que conforman la JMJ de Rio. Asimismo, cinco
jóvenes, representando a los cinco continentes, brindaron su saludo al Papa
Francisco I, en sus propios idiomas y le obsequiaron un símbolo de su
continente de origen, la última en darle el regalo fue una brasilera quien dio
testimonio de la fe de su patria y quien
le ofreció una planta de Pau Brasil, típica del país. Sin duda, son gestos que
le ponen color, le dan mucha vida y calor juvenil, a esta notable reunión de la
juventud a nivel mundial.
En el marco de esta
JMJ 2013, se dio el Festival de la Juventud que tuvo como objetivo favorecer el
encuentro del hombre con Dios, a través de la basta belleza, en las
presentaciones artísticas, riqueza natural y cultural del país de la zamba.
Actos culturales y
religiosos sustentados en la fe cristiana católica; concebidos como
acontecimientos que buscan dialogar con el mundo y dar el realce que
corresponde a la Iglesia en la sociedad; en el cual podemos encontrar
conciertos de música, espectáculos de teatro, danzas musicales, además de
exposiciones de arte, cine y visitas de carácter cultural. Este festival,
cuenta con grandes momentos espirituales, emprendidos por las congregaciones y
movimientos nacionales e internacionales; generando espacios de oración,
meditación y acciones, a partir de experiencias de fe con Jesús.
El representante de Pedro en la Iglesia,
aprovechó la realización de esta Jornada, para visitar a todos los barrios de
Brasil, tocando puertas y cuya población comparte lo poco pero muy
significativo que le pueda brindar, teniendo como propósito su llegada, a darle
un mensaje de motivación para que puedan salir adelante; marcando un estilo
diferente a la figura convencional de un Santo Padre.
Por todo lo vivido en esta Jornada, una joven
argentina estipuló que todos los participantes, volverán a sus respectivos
países felices y que esta felicidad sirva para llevarla a los que viven
cansados de estar marginados, que duermen en el suelo, sin horizonte y que
logren recordar este tiempo, como lo recordará ella; con felicidad y con el
corazón lleno. Una acción extraordinaria, que muy bien podrían desarrollarla
los jóvenes en todo el planeta, regalándole una sonrisa y una palabra que le
diga al caído que no todo está perdido y que siempre hay una luz al final del
túnel.
*Licenciado
en Ciencias de la Comunicación
www.cesarfalla.com
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