Por: César I. Falla Figueroa*
Hasta ahora recuerdo, la
formación de los Lunes en el antiguo patio central, entonando nuestro himno
nacional, como reafirmando nuestro compromiso con la patria; además del
infaltable Himno al Colegio y la Marcha Sanjosefina que nos hacía, nos hace y
nos hará, sentirnos orgullosos de su historia. Vibrantes episodios de mi paso
por este enorme liceo, Santuario del Saber que alumbras a Lambayeque y das
gloria al Perú, tal como reza las letras de su sagrado canto oficial.
Recuerdo a una profesora de
historia, que hacía con lo que solo el arte de la educación puede lograr, vivir
nuestro pasado, que tanta gloria le dio al país. En aquella aula “de la C” socializábamos
memorables hechos de la historia del Perú, como las admirables proezas del genio
Mariscal Andrés Avelino Cáceres “El Brujo de los Andes” en la Campaña de la
Breña, la Rebelión de Tupac Amaru II, la llegada de Colon y su descubrimiento
de América, entre otros acontecimientos que al exponerlos en clase, nos hacía
sentir como protagonistas de estos hechos.
Han pasado 15 años, que
partí del centenario plantel y hoy es justo y necesario, aunque confieso que estoy
a punto de ir a las lágrimas, dar un sincero homenaje a mis extraordinarios
compañeros y mejores amigos; hoy competentes profesionales, como: Carlos
Ferreyros Pasco, Naylamp Estrella Izarra, Mario Guevara Prieto, Carlos Araujo
Pita, Allan Estela Sanandres, César Requejo Zegarra, Javier Piscoya Chuman,
Segundo Flores Montenegro, entre otros; es decir una selección de destacados
alumnos que hoy llevan en alto el nombre de su Colegio, en el lugar donde se
encuentren. A todos ellos, muchas gracias por su amistad, por su respeto y por
su mano amiga. Mis mayores afectos y mi consideración eterna, hacia ustedes.
Un capítulo aparte para “mi
hermano del alma”, Luis Chicoma Prado, un amigo muy querido, que aunque no
tuvimos la ocasión de estudiar en la misma aula, nuestro vínculo fue tan
especial, como si lo hubiera sido. El plantel granate, nos dio la maravillosa
oportunidad de que se pueda producir un lindo vínculo entre ambos. Integrante
de una familia, inmensamente identificada con esta mítica escuela, cuyo padre y
hermanos pertenecen a ella y con el que cultivé una estupenda amistad, que ha
perdurado a lo largo del tiempo.
Como olvidar aquellos fantásticos instantes
de poesía, motivados por mi profesor de Literatura, Mondragón cuya obra se tomaba
su tiempo para apreciarla y conversarla, a la hora de salida. Docente, al cual
le agradezco en el alma haberme permitido experimentar, aquel corto pero
intenso momento de mi existencia. En dicha creación literaria; le escribí a mis
padres, a lo que pensaba de la vida, a la adolescente que robaba mi atención
por esos años, a la naturaleza, a mi colegio, es decir a aquellas cosas que
estaban muy cerca de mi entorno y las consideraba muy importantes. Mi homenaje
también a la Profesora, María Perez Iturregui, Coordinadora de Actividades del
San José que me tocó vivir. Por su dinamismo, profesionalismo y compromiso con nuestra
institución. Muchas Gracias por los años que brindó a este centro de estudios.
Los que la conocemos, sabemos reconocer esa gran labor.
Hace poco visité sus muy
renovados ambientes, parece otro colegio físicamente, pero aún permanece el
aroma de aquellos bellos momentos que compartí con mis profesores y compañeros
de clase, varios de ellos, grandes amigos. En mi recuerdo parecen detenidos en
el tiempo, aquellas reflexiones en el receso junto a algunos mencionados
alumnos de aquella época. Mis inquietudes por el mañana, al salir de sus aulas
y lo que significó, el pasar a otra etapa de mi vida. Mis sueños de juventud,
cuya casa centenaria los acogió con la más infinita generosidad.
¡Vaya que te extraño San José! Es increíble
que la sensación al sentarme, en una de tus carpetas, en esta última visita que
te hice, sea la misma que sentí hace 15 años, al egresar de tus aulas. En mi
San José, el tiempo y las vivencias de años tras siguen en ese prestigioso
recinto, nunca se fueron. Inmortalizadas, como señal de que estuvimos ahí y
como prueba irrefutable del supérstite amor del plantel para con sus alumnos. Fue
un gran honor, formar parte de tu historia. De sentirme parte de ese
sentimiento, que nos exige y compromete, a mí y a todo sanjosefino, estar a la
altura de su incomparable grandeza. Con disciplina, respeto y gratitud por lo
ahí aprendido.
Después del tiempo, pienso y llegó a la
conclusión que mi llegada a este bendito lugar fue producto del destino, no hay
otra explicación a aquella decisión de papá y mamá, puesto que llegaba de un
colegio particular y mixto, como lo fue mi amado “Elvira Bulnes”, a uno de
características muy disímiles. Fue el destino quien se encargó de juntarnos y
vivir un inolvidable tiempo, que en su mes institucional, traigo a mi memoria.
Hoy en tu aniversario, que se constituye en
una de las celebraciones más grandes de nuestro departamento, te brindo mi más
cálido saludo y reconocimiento querido “San José” viejo y lucido espacio de la
sabiduría, porque es así como te quedaste hasta la eternidad en mi recuerdo. A
todos mis maestros que tanto me dejaron para la vida y a aquellos auxiliares
que son esos personajes siempre cerca del inquieto y entusiasta alumno, algunos
con correa en mano, otros con su mano extendida como símbolo de compañía y
consejo, a todos ellos, muchas gracias, nunca los olvidé. ¡Feliz 154
aniversario, entrañable San José!
*Licenciado en
Ciencias de la Comunicación.
www.cesarfalla.com
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