Por: César I. Falla Figueroa*
A partir de la presencia de
la pandemia del Coronavirus, para el mundo y en especial para nosotros, los
peruanos, la muerte es pan de cada día. Vemos y escuchamos a través de los
medios de comunicación, noticias a diario cuya principal agenda informativa es
la muerte, es el centro y tal vez lo más importante para ellos, difundir. Sin
desconocer lo fatídico del virus, considero que esto forma parte de una estrategia
mediática y política, ya que de esa manera nos contagian del terror necesario
para confinarnos en nuestras casas y con ello la amenaza de la muerte
garantizada.
El tema es que luego de
estar viviendo un evento como este, la muerte se hace cercana y familiar y para
unos y ajena y antipática para otros. Lo real es que nadie puede ser capaz de
huir de ella; muchas veces te visita, se queda varios días coqueteando a tu
lado y otros días te lleva. Según nuestra creencia occidental es difícil pensar
que el ser humano pase a otra dimensión y que con ello iniciemos un segundo
viaje, diferente a lo vivido en la tierra; acompañado de una dosis de
incertidumbre y de misterio que puede interpretarse como angustia o tal vez como
miedo.
Su antípoda es la creencia
asiática, en la que la muerte está caracterizada por tener la carencia al miedo
y que está asumida como parte del ser humano, como un proceso natural que
pertenece al hombre tanto como la vida. Reza la filosofía china que cuando una
persona nace, tiene vida y su camino se dirige a la muerte, una definición que
va más orientada al alma, propia de su cultura. Y con la cual me identifico plenamente.
Nuestro vínculo con la
muerte se enlaza y agudiza más cuando parte un familiar cercano, ello se genera
con el tiempo o como las circunstancias se presenten; muchos la vemos como
parte de la vida y en la que queremos que nos encuentre en buenas o
medianamente buenas condiciones emocionales para partir e ir al encuentro, casi
mágico, de una madre o de un padre que ya no están, solo por poner un ejemplo.
La muerte cuando eres niño,
adolescente o joven va teniendo diferentes apreciaciones y matices; según tus
etapas, tus experiencias, la filosofía que vayas construyendo y la mirada que tengas;
te hará necesariamente focalizarla desde la mirada que tengas de la vida, ello para
mí es fundamental. Hay personas que están listas para partir, en gracia con
Dios y sin deuda pendiente con nadie, son libres de cualquier sentimiento
negativo que te resulte incómodo para desarrollar tu proceso. Ello creo te da
una tranquilidad absoluta para cerrar tus ojos e ir al encuentro.
Ningún Dr. o Ph.D.
especialista en antropología o tanatología nos ha podido conceptuar desde la
experiencia fáctica – perceptual ¿Cómo es la muerte? Al parecer hasta hoy no
hay una proyección fílmica de ella, y claro nunca la va a ver. Todo parece ser,
que nos tendremos que conformar con la narración de quienes han tomado su vuelo
y por razones quizá del destino, han vuelto a la tierra, lo que han visto estas
personas ya es sabido por todos.
En lo particular, siento que
la muerte es un encuentro con él ser que más amo en la tierra, a pesar que ya
no está en ella. Por ello es que para mí la muerte es familiar. Reconozco que la
postura de la muerte depende como se ha ido pintando tu vida y mucho tiene que
ver de la conciencia que tengamos de ella, respecto al hecho que llegado el
momento esto acabará. Y como la muerte es familiar por ende tiene una vibra
positiva, siendo sincero espero que ese día no haya lugar para la tristeza sino
para sentimientos agradables, que me recuerden con una sonrisa y que bajito,
por respeto a los presentes, el día de mi velorio se escuche aquella melodía
ochentera que tanto bien me hizo en la tierra.
Mientras tanto sigo
disfrutando, a pesar de lo complejo que muchas veces resulta, de vivir y vivir
con mucha intensidad. Dando todo en cada capítulo que me toca protagonizar o
ser extra. Con el tiempo he internalizado la experiencia de agradecer a Dios
por cada día que amanezco, como un tesoro, como tu tesoro más valioso y que
tienes que aprovecharla para hacer el bien y cuando el todopoderoso te convoque
a su reino, sientas la satisfacción de haber dejado una huella o sembrado una
semilla para las generaciones venideras y como dice Julio Iglesias “Al final
las obras quedan las gentes se van, otras que vienen las continuaran. La vida sigue
igual”.
*Licenciado
en Ciencias de la Comunicación
Magister en Ciencias de la Educación
www.cesarfalla.com
Puedes ver este artículo en: https://tugaceta.com/la-muerte-tan-cercana-y-tan-lejana/
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