Los hechos de Bagua, tiene que dejarnos un mensaje claro a todos los peruanos.
Los lamentables hechos ocurridos el pasado 5 de junio, en la ciudad de Bagua, han puesto en el tapete una serie de temas y puesto en descubierto otros que por nuestra propia mirada urbana y centralista no nos permitía ver en la dimensión que corresponde.
Cabe recordar que la madre del cordero de estos penosos sucesos fue la puesta en vigencia de los decretos (1090 y 1064) que regula el manejo de los recursos hídricos y establece los parámetros de gestión del patrimonio forestal. Decretos que fueron dictados en el 2008, en el marco del T.L.C entre Perú y EE.UU. Normas que las comunidades indígenas sostienen ser lesivas a sus intereses y según su punto de vista, privatiza los bosques y recursos hídricos, argumentos. Argumentos que dieron pie a la protesta de la cual, todos somos testigos.
Como en todo enfrentamiento, hay responsables y el primero de ellos es el gobierno desde el Presidente de la República, pasando por el jefe del gabinete hasta la ministra del interior, entre otros ministros. No dejando de eximir parte de culpa a algunos dirigentes nativos, que alentaron más violencia a una población exacerbada por ver atentados sus recursos.
Esta claro que el actual régimen cometió el crasso error de no consultar a las comunidades nativas, sobre temas que son de su directa competencia. García actuó de manera inconstitucional y el convenio OIT nº 169; respecto a pueblos indígenas y tribales (ratificado en 1994), considera una entidad jurídica especial para las comunidades nativas y campesinas que el ejecutivo debe respetar ye l segundo precisa que toda decisión que toque a las comunidades recoja la impresión de sus pobladores.
Simon y Cabanillas, tienen culpa en estos hechos, es condenable (al menos políticamente), que se haya ordenado un operativo policial, ante una población que no apelaba por justificaciones pacificas para defender lo suyo y solo se remitía a la fuerza y a generar más violencia, agravándose aun más la situación cuando se envía efectivos, sin la menor experiencia en este tipo de intervenciones.
Me llama poderosamente la atención, la actitud pasiva del señor Brack (gran estudioso de nuestra naturaleza), quien ha sido la figura política que ha pasado desapercibido a lo largo de este conflicto. El Ministro del Ambiente sabía de lo esencial que era para estas comunidades, la conservación de sus bosques amazónicos y de lo importante (ante el contexto presentado) que urgía integrarlos al diálogo, pero asumiendo una infeliz postura cómplice, hizo mutis del tema. La presencia de su despacho, entre otras actividades fundamentales es de la de conservar la amazonía y ese papel hasta no ha sido asumido.
En esta misma línea, la otra cara de la moneda fue la Ministra de la Mujer Carmen Vildoso, reconocida profesional del ámbito social quien creo por un tema de dignidad, dimitió a la cartera de la mujer, quizá en su lógica de no seguir perteneciendo a un gobierno, que por poco responsable forma de hacer las cosas, propicio que los hechos ocurridos en la amazonía, terminen de la forma como hemos visto.
Ya en el interior del poder, otro de los aspectos que saltan a la luz es la ausencia de coordinación y cohesión política entre la Célula Parlamentaria Aprista y el Gobierno. El conflicto en Bagua, ha sido el caso más ejemplificador de este divorcio, la abierta decisión de García y Yehude por poner fin al problema amazónico y así llevar la fiesta en paz con los hermanos nativos, ha tenido como costo político la ridiculización de la bancada oficialista, quien hace una semana votará por la timorata suspensión de los decretos Las diferencias y el descontento con Yehude por parte de los compañeros es más manifiesta que una declaración de guerra.
Sospechosamente, el personaje que debió ser el centro del conflicto que pudo serlo el presidente García, no lo fue. El político que acaparó la atención fue Simon, claro muy a su pesar, la trituración política del APRA al hasta hoy, premier está capitulada. Su proyección de alzarse con la banda presidencial, ahora es un sueño para él hermoso, pero bastante lejano de ser real. Lambayeque y el país, han perdido un hombre de buenas intensiones, preso de las ansias por estar a tiempo record cerca del poder.
En la otra orilla, la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva, AIDESEP, la organización que reúne la mayoría de etnias amazónicas, más allá que uno de sus líderes, como el polémico Pizango, sea considerado un luchador social o un cobarde agitador que fuga ante el peligro de detención, sea constituido en el más claro prototipo de lo que puede hacer la presión social ante las intransigencias del gobierno. Los nativos con su genuina cultura e identidad regional que los caracteriza, dio un ¡hasta aquí!, al gobierno, hasta el punto de poner el tema, en la agenda nacional.
Estoy convencido que de haber sido integrado los pueblos amazónicos y sus necesidades de desarrollo a las políticas de estado, de haber participado activamente sus organizaciones representativas representativas en el Acuerdo Nacional; siendo parte de las decisiones que marcan su destino, de haber respetado la investidura de los apus como interlocutores válidos siendo consultado, no se hubieran dado los tristes hechos que la comunidad internacional expectó y que pone al Perú por la información difundida en los medios, en una situación incomoda en el escenario mundial.
De otro lado, me sumo a las voces que coinciden en crear una Comisión de la Verdad, que elabore un recuento de lo sucedido de primera fuente, recoge pruebas y testimonios de los hechos y que busque construir con ello una historia que sensibilice a los peruanos y nos enseñe de una vez por todas que hechos de este tipo no se pueden repetir. Se piensa en que esta comisión, puede estar conformada básicamente, por la Iglesia, la Defensoría del Pueblo y la Sociedad Civil.
Es trascendental para el país que las muertas de nativos y policías, nos hagan meditar de lo importante que es la vida de un peruano, de lo clave que es atender las demandas y los planes de desarrollo, de las zonas rurales – marginales, que merecen como parte de un mismo territorio, alcanzar el desarrollo económico y social, que hoy los demás pueblos del Perú gozan.
El Gobierno de Alan García, debe reconocer que el Perú es una nación multicultural, al encuentro de su propia identidad como nación, mientras tanto hagamos el esfuerzo, de saber respetar los códigos de convivencia de cada región, y así vivir conquistar la armonía de vivir entre peruanos.
El llamado a la reconciliación por parte de nuestro mandatario es positivo, aunque no deja de ser tardío por los fallecidos. Una lección de la sociedad peruana, que nos dice una vez más que no debemos abusar del poder y que no se pueden tratar los temas de estado desde la comodidad de Palacio. La protección de las tierras de nuestra hermosa amazonía, es un principio sagrado y tuvo que ser no sólo consultado, sino dialogado y hasta concertado. Más allá del tema inversión, el punto central es el respeto a los derechos de las comunidades nativas, internalice el mensaje doctor García.
* Licenciado en Ciencias de la Comunicación
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