Por (*) César I. Falla Figueroa
La formación laboral juvenil es un tema poco tratado en el país, es sin duda, el tema que marcará un hito en este Perú moderno y pujante con espíritu progresista y transformador que apunta a ampliarse masa laboral y hacer de esta una población capacitada y con niveles de competitividad.
La formación juvenil para el trabajo es aquel proceso de enseñanza – aprendizaje destinado al desarrollo de habilidades y destrezas que faciliten y conduzcan, junto con la formación en oficio a la formación laboral del joven.
La teoría nos dice que la FLJ tiene por objetivo medular proporcionar a los jóvenes entre 15 y 25 años de edad, que no han culminado sus estudios escolares, proporcionar los conocimientos adecuados para el trabajo, con el propósito de incorporarlos a la actividad económica en una ocupación específica.
Pero la práctica suma otra precisión y nos dice la FLJ, es el proceso que persigue como objetivo adiestrar, entrenar, para hablar en cristiano, constantemente al colaborador de un centro laboral determinado, sobre materias de competencia laboral para la empresa y de interés para el mismo, es así como se presentan en un buen número de empresas de forma sistemática, continua y sostenible capacitaciones como talleres, charlas, conversatorios, dinámicas grupales, etc, etc, que estén dirigidas a motivar y potencializar el capital humano reafirmando sus fortalezas y alimentando sus debilidades para encarar y enfrentar las amenazas del volátil entorno empresarial y el desafiente fenómeno de la globalización.
La función orientadora de la formación laboral juega un rol esencial desde el punto de vista educativo y empresarial y exige a ambos procesos comprometerse y empeñarse decididamente a esta tarea, generando las condiciones necesarias para el éxito de los programas de formación a emprender, interiorizando a escolares y colaboradores un sistema de valores, a parte de las herramientas técnicas imprescindibles de acuerdo al tema, que le den sentido a sus vidas para que puedan asumir una actitud consecuente consigo mismo y con la empresa que los acogen y los acogerán.
La formación laboral tiene entre sus finalidades socializar mediante el trabajo, esto quiere decir enseñar al escolar y al trabajador a convivir en comunidad y a trabajar en equipo, que se constituya en una modalidad laboral clave que determine el éxito o el fracaso de una organización o empresa, otras de las finalidades es la de enseñar normas morales de conducta ante el trabajo, normas en el que se concentren valores como: la honestidad, la honradez, la solidaridad, la ayuda mutua, la transparencia, la responsabilidad y la puntualidad.
En este contexto es fundamental que instituciones y empresas, entablen las coordinaciones necesarias con los organismos pertinentes como: el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, el Ministerio de Educación, las direcciones regionales de trabajo y educación y el Consejo Nacional de la Juventud a fin de aunar esfuerzos y lograr que la formación laboral sea un programa institucionalizado que le de el credito, la seriedad y el compromiso que amerita en bien de nuestros niños, adolescentes y jóvenes que tanto lo necesitan.
La formación laboral juvenil es un tema poco tratado en el país, es sin duda, el tema que marcará un hito en este Perú moderno y pujante con espíritu progresista y transformador que apunta a ampliarse masa laboral y hacer de esta una población capacitada y con niveles de competitividad.
La formación juvenil para el trabajo es aquel proceso de enseñanza – aprendizaje destinado al desarrollo de habilidades y destrezas que faciliten y conduzcan, junto con la formación en oficio a la formación laboral del joven.
La teoría nos dice que la FLJ tiene por objetivo medular proporcionar a los jóvenes entre 15 y 25 años de edad, que no han culminado sus estudios escolares, proporcionar los conocimientos adecuados para el trabajo, con el propósito de incorporarlos a la actividad económica en una ocupación específica.
Pero la práctica suma otra precisión y nos dice la FLJ, es el proceso que persigue como objetivo adiestrar, entrenar, para hablar en cristiano, constantemente al colaborador de un centro laboral determinado, sobre materias de competencia laboral para la empresa y de interés para el mismo, es así como se presentan en un buen número de empresas de forma sistemática, continua y sostenible capacitaciones como talleres, charlas, conversatorios, dinámicas grupales, etc, etc, que estén dirigidas a motivar y potencializar el capital humano reafirmando sus fortalezas y alimentando sus debilidades para encarar y enfrentar las amenazas del volátil entorno empresarial y el desafiente fenómeno de la globalización.
La función orientadora de la formación laboral juega un rol esencial desde el punto de vista educativo y empresarial y exige a ambos procesos comprometerse y empeñarse decididamente a esta tarea, generando las condiciones necesarias para el éxito de los programas de formación a emprender, interiorizando a escolares y colaboradores un sistema de valores, a parte de las herramientas técnicas imprescindibles de acuerdo al tema, que le den sentido a sus vidas para que puedan asumir una actitud consecuente consigo mismo y con la empresa que los acogen y los acogerán.
La formación laboral tiene entre sus finalidades socializar mediante el trabajo, esto quiere decir enseñar al escolar y al trabajador a convivir en comunidad y a trabajar en equipo, que se constituya en una modalidad laboral clave que determine el éxito o el fracaso de una organización o empresa, otras de las finalidades es la de enseñar normas morales de conducta ante el trabajo, normas en el que se concentren valores como: la honestidad, la honradez, la solidaridad, la ayuda mutua, la transparencia, la responsabilidad y la puntualidad.
En este contexto es fundamental que instituciones y empresas, entablen las coordinaciones necesarias con los organismos pertinentes como: el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, el Ministerio de Educación, las direcciones regionales de trabajo y educación y el Consejo Nacional de la Juventud a fin de aunar esfuerzos y lograr que la formación laboral sea un programa institucionalizado que le de el credito, la seriedad y el compromiso que amerita en bien de nuestros niños, adolescentes y jóvenes que tanto lo necesitan.
(*) Comunicador Social.
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