(*) César Falla Figueroa
Para beneplácito de unos y desconcierto de otros, el Presidente Alan García, designó como Jefe de Gobierno a Yehude Simon, presidente regional, que ha caracterizado su gestión por la transparencia, expresada en el combate a la corrupción y la rendición de cuentas.
Pero antes de entrar de lleno a este tema, echemos una mirada a la trayectoria de este hombre, desde su bandera izquierdista hasta su ejercicio actual como personaje clave del poder político en el Perú.
Yehude Simon Munaro, es médico veterinario y sociólogo de profesión. En 1983, postuló al cargo de alcalde de Chiclayo por el partido Izquierda Unida, ocupando una expectante segunda ubicación. Dos años más tarde, postula a la cámara de diputados y conquista la representación por Lambayeque, para el periodo de 1985 a 1990, tiempo en el que forma parte de las comisiones de Derechos Humanos y Justicia del Congreso.
A inicios de los ’90, es acusado de subversivo debido a presuntas vinculaciones entre el Movimiento Patria Libre, que fundara por ese tiempo, con el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru. Para el ’92, se encontraba en Europa y decide volver para participar del rechazo contra el cierre del legislativo.
Ya en el 2000, el gobierno de Paniagua lo indulta, gracias al pedido y presión de organismos como Amnistía y personajes políticos. En el 2002, vuelve a la arena política, siendo elegido Presidente de la región Lambayeque y en el 2006, es reelegido. Ocupando actualmente la presidencia del consejo de ministros.
Como vemos, se trata de un personaje polémico por sus ideas de antaño, pero con una vocación democrática que claro está, ha sabido ir al compás de los tiempos modernos, sumado al liderazgo plasmado en el campo de las regiones, e ahí una de sus principales fortalezas para hoy ser el elegido para tan alta envestidura.
Sin duda, la elección de Simon como premier, ha generado más de una expectativa por parte de quienes reconocen su labor como gestor político e incluso los que son sus detractores.
De no ser por los petroaudios, difundidos en los medios de comunicación, gracias a facinerosos como don Rómulo y Quimper, los cuales pusieron en evidencia la putrefacción en su máxima expresión, sino del poder central, por lo menos sí de su propio entorno; el cambio de parte del gabinete no se iba a dar, de eso estamos convencidos.
Cuando creíamos que la corrupción estaba aparentemente controlada, quizás con el disfraz de la creación de una Oficina Nacional Anticorrupción, finalmente desactivada, hoy gracias a Dios, felizmente desactivada por el vergonzoso papel de Meini, funcionario de ese organismo, y de quien sabe más. En esas circunstancias, se da la puesta en escena del gabinete Yehude Simon, al cuál se le ha encomendado una sustantiva tarea: luchar contra la corrupción, combatir la pobreza e impulsar el proceso de descentralización para defender al país de la crisis financiera.
El viraje de García, manifestado en el cambio de premier, es evidente, la hora de las regiones y de los pobres, por fin, habría llegado. García y su gabinete tienen la necesidad de atender con sensibilidad y responsabilidad este tema, de lo contrario los resultados serán dramáticamente autodestructivos y la estabilidad política - social del país, estará en juego.
Simon, ha demostrado en los últimos seis años, desde su reducto norteño y como representante de la Asamblea Regional, una clara vocación y visión descentralista, frente a las oportunidades y desafíos que se le presenta a cada una de las regiones y al país en su conjunto, ya sea por el crecimiento económico o por la propia crisis internacional.
En la hora actual, los pobres del Perú, deben llevarlo a Yehude a acariciar aquel pensamiento socialista, apasionado y con mucho sentido nacional. Pero para continuar en esa senda de crecimiento con mejor distribución de la riqueza, Simon está en el compromiso de seguir dando muestras de su evolución dialéctica como estadista, y como político para nuevos tiempos.
Comunicador Social